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Sociedad

Cusco: la llave para conocer Machupicchu

De lujo. Cultura editó un libro para desentrañar los misterios que rodean a la ciudad inca. Qué dicen los entierros, pinturas rupestres, que alimentos consumían sus habitantes, son algunas inquietudes respondidas en este libro.

larepublica.pe
De lujo. Cultura editó un libro para desentrañar los misterios que rodean a la ciudad inca. Qué dicen los entierros, pinturas rupestres, que alimentos consumían sus habitantes, son algunas inquietudes respondidas en este libro.

El misterio todavía envuelve Machupicchu. Mucha agua corrió bajo el puente desde julio de 1911. Ese año el espigado ciudadano estadounidense Hiram Bingham, acompañado de algunos lugareños, halló la ciudad inca de piedra levantada en la cresta de una montaña. Bingham reveló su existencia a todo el mundo.

Cubierta de maleza, rodeada de montañas sagradas y sacudida por el rumor del río Urubamba, el río de los incas, Machupicchu era hasta 1911 una ciudad perdida. Había gente que la había visto y estado allí mucho antes que Bingham, pero nunca la publicitaron.

El primero en llegar fue el cusqueño Agustín Lizárraga, quien para perennizar su hazaña, escribió con carbón “Lizárraga 1902” en una piedra del Templo de las Ventanas. Bingham encontró la inscripción y lo consignó en su libro. Al año siguiente, se realizó la expedición de Bingham bajo el auspicio de la Universidad de Yale y la National Geographic Society.

La ciudad de piedra abarca unas 4 hectáreas y todo el Santuario Histórico Nacional, más de 37 mil hectáreas. “Probablemente no más de 750 personas vivieron allí en un determinado momento”, escribe el arqueólogo y antropólogo estadounidense, Richard Burger.

El descubridor

Desde que Bingham descubrió científicamente Machupicchu empezaron los estudios.

“Machupicchu: investigaciones interdisciplinarias” es un libro de dos tomos que recoge los resultados de 40 artículos de investigación desde la primera incursión de Hiram Bingham hasta los trabajos hechos por Luis Guillermo Lumbreras, Luis Millones, y recientemente por Fernando Astete y José Bastante. Es una publicación de la Dirección Desconcentrada de Cultura presentada la noche del jueves. Qué era Machupicchu, qué dicen las pinturas rupestres, qué información arrojan los entierros, qué alimentos consumían sus habitantes, cuántos eran de la élite inca. Son algunas inquietudes que responde el libro.

Los entierros

George Eaton y otros miembros de la expedición de 1912 estudiaron los restos de 174 individuos enterrados en 104 cuevas en formaciones rocosas utilizadas como cámaras funerarias y que fueron encontradas por Bingham y compañía.

En base a este trabajo el investigador Luis Salazar escribió un artículo en el que refiere que los grupos étnicos más comunes representados en los cementerios de Machupicchu procedían del área circundante al lago Titicaca (collas y lupacas). Eran la mitad. Otro grupo correspondía a indios chimús y cañaris, mientras que el número de individuos del Cusco era bastante pequeño. De esto se colige que la élite inca no era sepultada en el suelo de la maravilla mundial. Lo más probable, reseña el artículo, es que si un miembro de la élite inca falleció era llevado al Cusco para ser enterrado.

El arqueólogo y antropólogo estadounidense, Richard Burger, resume los hallazgos de los análisis a los materiales llevados por Bingham hace más de un siglo sobre la dieta de los habitantes de Machupicchu. “Aparentemente, el maíz fue el alimento principal para los sirvientes de Machupicchu y, para la mayoría de las personas, este constituía entre el 60 y 70% de la dieta empleada para producir colágeno óseo”.

“Es algo que esperábamos muchos años”

La ex ministra de Cultura, Sonia Guillén, destacó la obra porque reúne un conjunto de trabajos que dan cuenta de lo que fue Machupicchu. “Nuestro compromiso con Machupicchu es enorme, el tema científico es básico… para conocer mejor y proteger mejor al Santuario Histórico de Machupicchu”.

Por su parte, el historiador Luis G. Lumbreras Salcedo dijo: “después de haber consumido toda la literatura sobre Machupicchu puedo decir que no he encontrado como lo que hay en este libro. En dos volúmenes hay algo que esperábamos durante muchísimos años, no solo los arqueólogos, los historiadores y todos los demás interesados en el tema”.