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Sociedad

78% de trabajadores es informal y no accede al teletrabajo

En el sur. La propagación de la COVID-19 se evita con el distanciamiento social. En el sur peruano la mayoría de trabajadores no puede acceder a herramientas digitales.

larepublica.pe
78% de trabajadores es informal y no accede al teletrabajo

Elaborado por IPE

Las medidas de cuarentena dispuestas para contener la propagación del COVID-19 obligaron a miles de trabajadores a efectuar labores desde casa. Para ello, el pasado 15 de marzo, el gobierno emitió un decreto supremo que creó la modalidad laboral del trabajo remoto vigente durante la emergencia sanitaria.

Recientemente, se anunció la extensión de la vigencia de la legislación de trabajo remoto hasta julio del próximo año. En ese contexto, cobra relevancia analizar la viabilidad del trabajo en casa en el Sur del país.

¿Teletrabajo o trabajo remoto?

Es importante no confundir el trabajo remoto con el teletrabajo, modalidad que se aplica en el país desde el 2013. Si bien ambas permiten que los trabajadores laboren desde casa, existen algunas diferencias en las leyes que las regulan.

Según la ley de teletrabajo, el empleador debe asumir los gastos incurridos por el trabajador, tales como nuevos equipos, Internet o luz. En cambio, en el trabajo remoto, el empleador no tiene la obligación de compensar ningún gasto. Además, la ley de teletrabajo asigna una mayor responsabilidad al empleador en materia de seguridad y salud en el trabajo. A diferencia, en el trabajo remoto, el rol del empleador se centra en capacitar al empleado sobre estos aspectos, mientras que el cumplimiento de las normas recae sobre el empleado.

Las características de la legislación de trabajo remoto facilitan su aplicación en el mercado laboral peruano, contrario a lo que sucede con la ley de teletrabajo. Si bien la coyuntura explica parte de la gran acogida que tuvo esta nueva modalidad, también influyó su característica flexible. Así, en solo cinco meses, más de 220,000 personas adoptaron esta forma de trabajo, mientras que, tras seis años de vigencia, el teletrabajo empleó apenas alrededor de 2,000 trabajadores.

¿Es factible el trabajo en casa?

El trabajo en casa posee muchas ventajas, además de reducir la propagación del COVID-19. Según la Organización Internacional del Trabajo, trabajar desde casa brinda al empleado una mayor autonomía en el manejo de su tiempo, lo cual aumenta su flexibilidad, su motivación e incluso su productividad. No obstante, esta modalidad no resulta viable para todos los trabajadores de nuestra economía.

Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) afirma que las actividades intensivas en trabajos manuales o en interacciones cara a cara son las más difíciles de adaptar al trabajo en casa. Tal es el caso de sectores como hoteles y restaurantes, construcción y manufactura, que emplean a más de un quinto de los trabajadores del Sur del país. Además, dicho informe resalta que la informalidad dificulta el acceso al teletrabajo debido al bajo uso de herramientas tecnológicas. En ese sentido, preocupa que el 78.7% de trabajadores del Sur posee un empleo informal, más que el promedio nacional (72.7%).

Por otra parte, el acceso a internet es clave para adaptarse al empleo desde casa. En la última década, la población mayor a 13 años que accedió a internet en el sur del país ascendió del 31.3% al 46.4%, permaneciendo por debajo de la cifra nacional (55.7%).

En 2019, Tacna fue la región del Sur que presentó el mayor acceso a internet con el 66.8% de la población, le siguen Arequipa (64.7%) y Moquegua (56.5%). Por el contrario, en Apurímac solo el 30.8% de pobladores accedió a internet. Mientras, en Puno y Cusco, esta cifra rodeó el 37%.

En ese contexto, cobra importancia que se logre cerrar la brecha de acceso a herramientas digitales. Al respecto, el FMI recomienda invertir en infraestructura digital para permitir que todos los trabajadores participen de la economía. Asimismo, el Banco Mundial sugiere aplicar políticas que protejan a los trabajadores informales puesto que, al ser menos propensos a adoptar la modalidad del trabajo en casa, son más vulnerables frente a políticas de distanciamiento social y, por tanto, corren el riesgo de perder sus empleos.

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