Tres encuestas coinciden en que Dina Boluarte tiene una desalentadora aprobación en los 6 meses que lleva en el Gobierno.
El último domingo, la encuestadora IPSOS informó que el 77% del país la desaprueba y solo el 14% la respalda. A inicios de junio, Datum dio unas cifras similares: 77% en contra y 17% a favor. Del mismo modo, la última encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) reveló en mayo que el 79% de peruanos la desaprueba y solo el 15% le da su aprobación.
La República consultó con 3 analistas para explicar por qué Boluarte no genera confianza en los ciudadanos y ellos coincidieron en que este Gobierno se trata de uno que prioriza “sobrevivir” más allá de impulsar reformas beneficiosas o atender los problemas del país.
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Es cierto que los más de 60 muertos durante las protestas contra su gestión marcan un punto de inflexión, pues actualmente Boluarte es noticia más por las investigaciones en su contra por presuntas violaciones de derechos humanos, que por las reformas que pueda impulsar como presidenta. De hecho, de acuerdo a los mismos analistas abordados, el régimen de Boluarte presenta similares patrones de ineficiencia en gestión pública que hubo en el periodo de Pedro Castillo.
Para el analista político y docente en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Alonso Cárdenas, el principal lastre de este Gobierno son los muertos. “Pero no es el único, el dengue está teniendo un impacto negativo en su gestión. En el norte, donde durante las protestas sus ciudadanos se mantuvieron alejados, tiene niveles de desaprobación muy altos”, recalcó.
El Gobierno de Boluarte perdió una oportunidad, según el analista político Eduardo Ballón, cuando le tocó enfrentar el ciclón Yaku y el fenómeno de El Niño. “Y, además, en el dengue que es el caso de hoy. Y la misma negligencia se vio en la indiferencia del Estado frente al hundimiento de un espacio en Chancay”, manifestó.
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Para el analista político y director del Grupo Fides Perú, Jeffrey Radzinsky, “lo que pasa con Boluarte es que no parece mostrar elementos para mejorar y en eso hay algunos riesgos graves”.
Uno de esos podría aparecer el próximo mes, de retornar las protestas en regiones que desde hace semanas fueron anunciadas por diversos gremios, sobre todo en departamentos donde hubo muertos producto de la represión.
“Mi sensación es que podrían retomarse algunas protestas y haber una presión no solo del sur reclamando por esas muertes, sino también desde el norte reclamando por la pésima gestión pública y el manejo del dengue”, advirtió Radzinsky.
Existe la impresión, por otro lado, de que existe un Gobierno de coalición entre el Ejecutivo de Dina Boluarte y el Congreso, dominado por el fujimorismo y sus aliados de la derecha y un sector de la izquierda.
“Ella es dependiente del Congreso y no tiene la confianza tampoco de los medios. Se reconoce que este Ejecutivo es menos malo. Su único destino es sobrevivir”, asegura Ballón.
Pero ¿cuánto puede durar esa supervivencia a costa de una alianza con las bancadas? Ballón calcula que la fecha de vencimiento de esa coalición es a partir del 28 de julio del 2025, un año antes de que termine el periodo de Boluarte.
En el año previo a que acabe su mandato, ella no puede disolver el Congreso y, además, sería innecesario un adelanto de elecciones teniendo el proceso electoral del 2026 cerca.
Cárdenas compara a Martín Vizcarra y Dina Boluarte.
El primero, recordó, apeló a una estrategia de enfrentarse al Congreso; en cambio, la segunda, juega en pared con esta institución.
“Ese enfrentamiento le dio popularidad a Vizcarra, mientras que la alianza tácita de Boluarte con el Congreso termina contaminándola”, explica.
El docente de la UARM coincide con Ballón en que esta alianza entre Ejecutivo y Congreso comenzará a tambalear a partir del 2025, en teoría porque ese año las fechas cuadran para que Boluarte sea prescindible para las bancadas. Hasta ese momento, estas fuerzas políticas pueden haber asegurado su continuidad hasta el 2026 y también haber aprobado la bicameralidad y la reelección como senadores. “El Congreso no es nada de fiar. Es el peor de la región”, enfatizó Cárdenas.
Para Radzinsky, el Gobierno de Boluarte carece de identidad. “Creo que con Castillo estábamos peor, pero ahora estamos mal”, lamentó.
Una salida para oxigenarse que podría encontrar la mandataria es cambiar de gabinete y, sobre todo, al primer ministro, Alberto Otárola. En eso coinciden Cárdenas y Radzinsky. “Pero el problema de fondo es que ella no tiene liderazgo”, dice el primero. Mientras que el segundo es más escéptico: “¿Quién va a querer agarrar esa papa caliente?”.
Alonso Cárdenas, docente de la UARM, recordó que, a diferencia de otros Gobiernos, la represión en este periodo afectó a 4 regiones principalmente: Apurímac, Ayacucho, Puno y Cusco.
Dina Boluarte afronta una investigación por presunto genocidio y homicidio calificado. La semana pasada, pese a que su abogado dijo que no iba a guardar silencio en las diligencias, Boluarte no respondió las interrogantes de los abogados de los familiares de las víctimas.
Otro punto en cuestión son las designaciones en este Gobierno. Hace poco el Ministerio de Trabajo designó como director del programa Lurawi Perú a Jimmy Trujillo, exasesor y aportante a la campaña de la congresista Patricia Chirinos.
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Jeffrey Radzinsky, Grupo Fides Perú
“Lo que pasa con Dina Boluarte es que no parece mostrar elementos para mejorar y hay algunos riesgos graves. Mi sensación es que podrían retomarse algunas protestas”.
Eduardo Ballón, analista político
“Su único destino es sobrevivir. Eso sería hasta el 28 de julio del 2025. Los tiempos de la señora Dina Boluarte no dependen de ella, dependen del Congreso y también de la calle”.
Alonso Cárdenas, docente UARM
“La presidenta podría oxigenar algo si tuviera un nuevo premier. Uno que tenga perfil de derechos humanos. Pero ¿quién va a querer agarrar esa papa caliente?”.