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Política

José Ragas: “Este es un Gobierno que se sostiene en el uso impune y desmedido de la fuerza policial”

José Ragas, historiador y catedrático en el Instituto de Historia en la Universidad Católica de Chile, sostiene que el actual gobierno de Dina Boluarte está cayendo en una deriva autoritaria y que "tendría una fuerza de ocupación a su favor pese a que es considerado como un gobierno no legítimo".

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Cambio de fondo. José Ragas sostiene que la AC es la opción para un nuevo pacto social. Foto: difusión

El historiador José Ragas responde sobre la situación política y social en el Perú. En su balance, los peruanos estamos frente a un Gobierno que presenta una deriva autoritaria clara y que, según señala, se sostiene en el poder —principalmente— gracias a una utilización desproporcionada de las fuerzas del orden.

— La imagen de miles de policías frente al Palacio de Justicia es sobrecogedora. ¿Qué representa para usted?

— Uno se queda corto con lo de “sobrecogedor”. Hay una cuestión de demostración de fuerza, coreografiada, de concentrarlos a todos esos policías en un espacio abierto, y es algo peligroso. Es parte de una lógica que viene dando el Gobierno desde hace tiempo. Estamos viviendo, básicamente, una suerte de Estado policial y no es una exageración. Este es un Gobierno que se sostiene en el uso impune y desmedido de la fuerza policial, en sectores urbanos y rurales. Lima es como el centro neurálgico que el Gobierno quiere defender y ahora vemos lo del Ministerio del Interior, para que cualquiera pueda acusar de terrorismo a otro

— A través de un correo electrónico.

— Exacto. Es una cuestión completamente descabellada. Ni siquiera en los noventa a Montesinos se le hubiese ocurrido algo así. Es paradójico y triste. Tanto nos advertían que el Perú se podía convertir en Venezuela con el Gobierno anterior (de Pedro Castillo) y, finalmente, tenemos casi a una fuerza de ocupación en parte del país al servicio de un Gobierno que no es legítimo, que no reconoce su propia debilidad y que no se somete a las reglas del juego democrático.

— ¿Una exhibición así de fuerza en el fondo es una demostración de debilidad?

— Absolutamente. Más aún con un cuerpo de seguridad del que existen grabaciones sobre cómo ha operado. Es una fuerza al servicio del Gobierno y esto va más allá de la coyuntura, porque son instituciones que se ven perjudicadas. La Policía debe ver por la seguridad ciudadana y uno se pregunta: “¿En dónde están esos policías cuando hay asaltos?”. Esto crea una distancia mayor con la gente.

— ¿Este es un Gobierno con una deriva autoritaria?

— Totalmente. Hay que entender que conceptos como dictadura o autoritarismo no son fijos. A veces, la idea que uno tiene de dictadura es la que viene de la época de la guerra fría…

— La típica dictadura militar.

— Claro. Pero lo que vemos en la post-Guerra Fría es que esto es más matizado y que los Gobiernos autoritarios se adaptan. A los militares no se les ocurre dar un golpe de Estado abiertamente porque no duran, por el rechazo internacional, por la presión y la movilización ciudadana. Ahora se han ido adaptando y, por ejemplo, hay cambios de constitución que permiten reelecciones indefinidas, o está la concentración de atribuciones que rompen el balance entre poderes, como ha pasado con el Congreso. Lo que tenemos ahora es un Gobierno autoritario, con una fachada democrática, pero que es la articulación de una serie de proyectos que venían desde antes y tienen en su eje el objetivo de mantenerse en el poder criminalizando cualquier acción ciudadana o individual. Es una oportunidad que los grupos libertarios, conservadores y de ultraderecha no tenían desde hace tiempo. No habían llegado al poder de la manera que ellos querían.

— Al menos se nota que tienen todas las ganas de quedarse hasta el 2026, sin adelantar elecciones.

— Sí, se han bloqueado por lo menos cuatro intentos de elecciones adelantadas para llevar una transición democrática. Para ellos, esto puede ser una victoria, pero en el mediano plazo es una derrota para todos. Lo que está pasando con la movilización es que son reclamos dentro de marcos democráticos y constitucionales. Uno puede estar a favor o en contra de una asamblea constituyente

— Pero es un debate completamente democrático.

— Exacto. Pero, más allá de la AC, la forma en que se está pidiendo el adelanto electoral es a través de caminos democráticos. Mientras más tarde esto, mientras más se petardeen este tipo de opciones, todo será mucho más difícil de manejar y la transición será más complicada y costosa, con la posibilidad de que, de un lado y otro, aparezcan sectores radicales, como ya ocurre desde la ultraderecha, con sectores que justifican la muerte y la violencia en las protestas. Esto se pudo solucionar antes, pudieron evitarse las muertes y mantenerse canales democráticos.

— ¿Qué tan pronunciado es el riesgo para la democracia peruana?

La democracia peruana está en riesgo, no solo por la parte política.

— ¿Entonces?

— Por lo que se ha estado discutiendo, lo de la desigualdad, que se ve en la medida en que no se solucionan problemas, en que la atención de la clase política está en ver cuántos policías entran en el Paseo de los Héroes

— Desde su especialidad, la historia, ¿qué se puede decir sobre la desigualdad? ¿No es solamente un asunto económico, entonces?

— Que las cifras no son suficientes. La desigualdad, parafraseando, es un tema muy importante para dejárselo solamente a los economistas o a los científicos de datos, que se han puesto muy de moda. Claro, es importante contar con información cuantitativa, pero, lo hemos visto, no se ponen de acuerdo sobre ella porque son variables complejas.

— Hay distintas maneras de medirla.

— Y no siempre hay información completa en países como el Perú. Y hay, a veces, think tanks que dicen que el Perú no tiene problemas, que es el país que más ha reducido la desigualdad, aunque ese es un discurso también para quitarles legitimidad a las protestas. Regresemos a la pandemia: tuvimos 20 años de crecimiento…

— Y teníamos apenas 100 camas UCI.

— Exacto. Hay un debate que evadimos. Y que tiene que ver con lo de la asamblea constituyente. Hay gente fundamentalista de la Constitución del 93 que se niega a debatir que hay elementos que se pueden cambiar y mejorar.

— ¿La modificación debería ser parcial o a través de una AC?

— Es que lo de la AC va más allá de la cuestión de la Constitución, es una forma de crear un pacto social nuevo, que se ha agotado. La Constitución del 93 no vino por una demanda social, fue impuesta.