Se enfrentó a los empresarios de la política, que siempre quieren ganar a costa del salario. Opina el presidente de la CGTP Mario Huamán sobre Gustavo Mohme Llona, a 17 años de su fallecimiento.,Escribe: Mario Huamán (presidente de la CGTP) Gustavo Mohme Llona ha sido uno de los pocos empresarios del periodismo y políticos que han apoyado siempre la causa de los trabajadores. Las luchas por la democracia y el estado de derecho no solo se ejercieron en las calles, durante los años noventa, sino también en los medios de comunicación, en la política, en el terreno de las ideas, donde Gustavo Mohme Llona aportó tanto o más que cualquier otro luchador social. Siempre apoyó la unidad de las fuerzas progresistas, eso que tanta falta nos hace en cada justa electoral. Prueba de ello fue su capacidad de realizar reuniones concertadoras de los frentes de defensa de diferentes regiones del país, como Arequipa, Cusco o Junín. Eran colectivos masivos sociales que contribuyeron a que los pueblos del país optaran por una lucha política para defender los derechos humanos. Nunca se sabrá con certeza la gran cantidad de fuerzas que sumaron para la conformación de una conciencia ciudadana que se concretó en la Marcha de los Cuatro Suyos y la caída del régimen de Fujimori y Montesinos. Pero sí podemos mencionar algunos nombres propios, entre ellos el de Gustavo Mohme Llona. Fue íntegro, honesto y de convicciones claras. Se enfrentó a Sendero Luminoso y al terrorismo de Estado. También se enfrentó a los empresarios de la política, que siempre quieren ganar a costa del salario y los derechos a los trabajadores, quienes lo criticaron mucho por promover en su diario sus ideas políticas, aún cuando estas defendían los intereses de la nación y de los explotados. A ellos les cerró la boca con una frase que recaló en la dirigencia sindical y que hasta ahora recordamos: "Yo soy dirigente por convicción y empresario por necesidad". Ha sido amigo y compañero de lucha de la CGTP en todo momento, en dictadura y en democracia. Su legado es notable. Han pasado ya 17 años de su partida y aún podemos sentir en las páginas de La República ese aliento de justicia social que siempre lo caracterizaba.