La Comunidad Andina de Naciones –el esfuerzo de integración nacional entre Perú, Colombia, Ecuador y Bolivia– acaba de cumplir 55 años de existencia. El secretario general, el embajador Gonzalo Gutiérrez, ofrece los que considera son los principales hitos del camino andado y los retos para el futuro.
—Da la impresión de que, en 55 años de Comunidad Andina, mucho no se ha avanzado. ¿Qué responde?
—Cada experiencia de integración regional tiene su propia identidad y su movimiento. En el caso de la integración andina se ha avanzado mucho a lo largo de todos estos años, sin embargo, no hay una percepción en el público…
—¿De que sea así?
—Así es. Y voy a las pruebas. Entre los cuatro países de la Comunidad Andina no existen ya aranceles. Nosotros comerciamos libremente, sin pagar ningún tipo de derechos. Es de alguna manera un acuerdo de libre comercio. No es solamente es tener la liberalización comercial, es manejar las controversias que se puedan suscitar, las normas de origen, los certificados sanitarios. Todo ese aparato funciona muy eficientemente. Y no lo percibimos, lo damos ya por descontado.
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—¿Quizás no se percibe porque el volumen comercial entre los cuatro países no es muy relevante respecto de otros intercambios comerciales que, por ejemplo, puede tener el Perú con la Unión Europea, o gigantes como Estados Unidos o China?
—Posiblemente haya algo de eso, pero no es deleznable. El comercio entre los cuatro países representa un poco más del 6%, pero, sin duda, es un porcentaje que tiene que elevarse. Y para eso seguimos trabajando, haciendo otras cosas. Por ejemplo, se espera que este año entre en funcionamiento un proyecto que se llama Intercom, que implica que las ventanillas de comercio exterior de los cuatro países se interconecten digitalmente. Actualmente, existe un movimiento documentario físico de hasta cuatro millones de documentos. Espero que a partir de octubre o noviembre de este año se vaya eliminando. Además, la semana pasada hemos firmado una resolución en la que se aprueban tres reglamentos para poner en funcionamiento un mercado de interconexión eléctrica entre tres de los cuatro países. Bolivia espera adscribirse posteriormente y Chile, que no es miembro de la comunidad andina, tiene mucho interés en participar. Y esto va a permitir un fluido intercambio de compra y venta de energía entre los países participantes. Añado otro elemento: el movimiento de personas. Nosotros podemos movernos por los cuatro países sin visa y sin pasaporte. Solamente con nuestro documento de identidad.
—¿Qué esperaría de la CAN de acá a unos años?
—Lo que deseo, conceptualmente hablando, es que los ciudadanos andinos, los 114 millones, sientan que tienen una identidad andina común. Y que esos avances que respaldan esta identidad los beneficien. Que vean que no es una entelequia que está ahí, en una esquina entre Aramburú y Paseo de la República, que muchos no saben qué produce. Por eso…
—Ni que existe, posiblemente.
—Bueno, saben que existe, pero no saben qué hace. Puede haber una percepción de que no hay nada relevante que surja de este edificio. Sin embargo, en los cinco últimos años, podemos hablar 44.000 millones de comercio entre los cuatro países que están liberados de impuestos.
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—¿Hay alguna perspectiva de integración regional, más allá de los países andinos?
—Pues no es descartable una convergencia. Los dos grandes bloques en Sudamérica son la Comunidad Andina y Mercosur. Cada uno tiene sus características. Si me pregunta a mí, yo diría que el sistema de integración más perfecto es el de la Comunidad Andina.
—Usted tiene que defender su propio fuero.
—No es solamente por el rol que tengo. Es por la funcionalidad de la Comunidad Andina. Por ejemplo, todo el gran aparato de normas andinas se convierte en normas supranacionales. Es decir, lo que en la Comunidad Andina se aprueba como decisión de los cuatro países, inmediatamente es norma nacional.
—Es vinculante.
—Así es. Pero además de eso, el incumplimiento de esa norma también es reclamable en el Tribunal Andino de Justicia que se encuentra en Quito, el cual acaba de cumplir 45 años de existencia. Pero yo aspiraría a una convergencia de estos dos grandes bloques, o por lo menos a una profundización de la asociación que ya existe entre ambos. Quizás avanzar en un perfeccionamiento que cubra más áreas que solamente la comercial.
—Hay fenómenos nuevos. Por ejemplo, la transnacionalización de los delitos. ¿Cómo enfrenta la CAN este reto?
—Es el tema más urgente y novedoso. A raíz de lo que ocurrió en Ecuador, se disparó una voz de alarma porque se veía que estaban ocurriendo hechos delincuenciales que no solo amenazan a la seguridad de los ciudadanos sino a la misma fibra democrática de los países. La reacción fue rápida. Hubo una reunión presencial de ministros de Relaciones Exteriores y ministros encargados de la seguridad de los cuatro países y se definió un plan de acción en trece áreas distintas.
—¿En qué consiste?
—Se tienen avanzadas una serie de medidas en áreas como la lucha contra el tráfico ilícito de drogas, el tráfico de armas y el lavado de activos. Aparte, se abordará el problema penal en los países, junto con la realización de operaciones conjuntas, sean policiales o militares, en las zonas de frontera. También habrá convergencia en materia de inteligencia. Los cuatro Estados, a pesar de cualquier posición distinta que pueden tener en materias políticas entre ellos, han percibido que hay una amenaza y que es necesario actuar. Y están actuando.
—¿Cómo evalúa la CAN la situación de la democracia en los países andinos?
—Sí, bueno, yo no voy a entrar a calificar…
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—Entiendo que su posición se lo impide. Le pido una mirada general y regional.
En los cuatro países existen regímenes democráticos con sus características diferentes y sus propios problemas. Nosotros respetamos los regímenes políticos y democráticos de todos.