La pandemia del COVID-19 ha dado lugar a que tanto el Ejecutivo como el Legislativo hayan señalado que es momento de iniciar una reforma penitenciaria.
Al respecto, el exjefe del Instituto Nacional Penitenciario (INPE), Wilfredo Pedraza, manifestó que la iniciativa es positiva siempre que tenga el respaldo de recursos para su implementación, porque el drama de las cárceles es el hacinamiento y la solución es reducir la población penal que en este momento sobrepasa los 96 mil presos. Hecho que ya empezó a hacer el Ejecutivo con el otorgamiento de indultos y la excarcelación de deudores por asistencia familiar, previa cancelación del adeudo.
Sin embargo, indicó que aun cuando se reduzca población penal, aun cuando haya más indultos, el nivel de población va seguir siendo muy alto, especialmente en los penales más grandes como Lurigancho, Castro Castro, o los del Callao, Trujillo, Chiclayo y Piura.
“A la construcción de más infraestructura le acompaño de un elemento fundamental que es político-criminal y no de recursos. Yo construiría cárceles especialmente para jóvenes e internos primarios. El gran drama de las prisiones peruanas es la reclusión conjunta de internos de todas las características y eso hace que la prisión sea mucho más dañina que lo que es usualmente. Eso hace que los jóvenes y los primarios terminen insertándose en la delincuencia”, estimó el también exministro del Interior.
Y anotó que no hay reforma valida si no tiene esa dirección, porque hacer penales para redistribuir lo mismo es arrojar dinero al tacho.
Otra línea de reforma que Pedraza postuló está orientada a mejorar los servicios de salud y tratamiento de los internos. Dijo que eso es posible con recursos para contratar más personal y crear espacios de aulas educativas y de trabajo.
“No aspiraría a más en una reforma. Tiene lo más importante para mí que es preservar a los jóvenes quienes por razones diversas terminan detenidos. De esa manera se evita que el círculo vicioso de cárcel-libertad, libertad-cárcel se reproduzca en ellos. Y si una reforma tiene esa orientación será sin duda una reforma exitosa”, aseguró.
En cuanto a la propuesta del Ejecutivo de construir un hospital para los reclusos, Wilfredo Pedraza puso reparos. Refirió que siempre se discutió si era necesario que los penales tengan hospitales propios y la conclusión fue que no.
Comentó que lo que se necesita son clínicas de atención primaria como las que se construyeron en los años 2004 y 2005 para atender preferentemente a internos con VIH y TBC que en ese momento era el gran problema. Estas clínicas hoy brindan atención primaria a los internos y están desbordados porque son pequeños y la población penal creció sustantivamente.
También contó que en el año 2002 se levantó una sala de operaciones en el penal Castro Castro. Nunca funcionó porque no tenía médicos especialistas y además la demanda del servicio no justificaba la contratación de personal. Por eso, afirmó que las atenciones que requieran de alguna especialidad deben hacerse en los hospitales de salud pública como se hace en la mayoría de países.
Resaltó lo difícil que siempre ha sido la hospitalización de los internos en el sistema de salud pública, pero bastaría con rediseñar los protocolos de atención para su factibilidad.
“La reforma penitenciaria que se ha propuesto es un buen inicio en la medida de que se diseñe adecuadamente y vaya acompañada de recursos de ejecución de mediano plazo porque no hay reforma del sistema carcelario que se pueda hacer en doce meses. De esas reformas ha habido decenas”, indicó.
Y acotó que tampoco hay declaratoria de emergencia del sistema penitenciario si no se acompaña de acciones permanentes. Mencionó que hoy mismo el sistema carcelario está en emergencia mediante una norma que no indica nada, que no vino acompañada de acciones ni recursos.
“Bienvenida la reforma si se rediseña la esencia y el por qué de la prisión. Y el por qué me parece que tiene que ver con el nuevo elemento central: fortalecer la clasificación y eso pasa por infraestructura principalmente para jóvenes”, precisó Wilfredo Pedraza.