"El Perú y el mundo están siendo testigos de esta persecución y abuso del derecho de la Iglesia católica contra Pedro y Paola por haberse atrevido a destapar en su libro Mitad monjes, mitad soldados",Los periodistas de carrera solemos enfrentarnos a demandas de difamación por parte de individuos puestos en evidencia. Yo misma he sido víctima de uno que, aprovechando ser ‘abogado’, amenazó a una humilde señora de edad que le alquilaba un departamento del que no quería salir ni pagar lo correspondiente; le dijo que lo demandara todo lo que ella quisiera porque total él era abogado. La señora Benavente no solo no recibió lo adeudado por el inquilino moroso (https://bit.ly/2EJ0p5z) sino que encima éste le sacó dinero –tras una demanda bastante irregular, por decir lo menos– igual que a mí. Hasta pretendió quitarme mi casa. Todos sabemos que el Perú es, penosamente, el reino de la (in)justicia a medida del bolsillo y no del derecho y la verdad. Los jueces y fiscales honestos son ínfima minoría. Lo hemos visto por años, lo estamos viendo en parte colapsar gracias al caso #Lavajuez. Pero aún falta mucho por purgar y muestra de ello es lo que les está pasando a los colegas y amigos Paola Ugaz y Pedro Salinas con la querella por difamación interpuesta por el poderoso Arzobispo Católico del norte del Perú, José Antonio Eguren. Esa abusiva querella es ya noticia internacional (ver pronunciamiento de Amnesty International https://bit.ly/2Tjhknx). La sola admisión a trámite de la querella por las juezas Judith Cueva Calle y Esthela Alva Pantaleón es un escándalo. Ni siquiera cuenta con los mínimos indicios para iniciar un proceso: Eguren acusa a Paola de haber producido un documental (en el que Eguren estaría implicado en supuesto tráfico irregular de terrenos en el norte), cuando la propia cadena Al Jazeera ha negado que Paola fuera la productora. Y a Pedro lo acusa de decir algo que leyendo su columna de opinión es evidente que no dijo. A los periodistas les han negado derechos básicos como presentar testigos. También las juezas han violado la contienda de competencia que exige que el proceso sea en el lugar donde ocurrieron los supuestos agravios (o sea, Lima). Lo han abierto en Piura (a 1.200 km de Lima), bastión de poder de Eguren. El Perú y el mundo están siendo testigos de esta persecución y abuso del derecho de la Iglesia católica contra Pedro y Paola por haberse atrevido a destapar en su libro Mitad monjes, mitad soldados (2015) la cultura de abuso sexual y de poder contra jóvenes del Sodalicio de Vida Cristiana (SVC) en la investigación más importante y documentada que se ha hecho sobre esa malograda institución, y de cuya ‘generación fundacional’ fue parte Eguren. Estas son las causas que los ciudadanos debemos abrazar: defender la prensa libre que defiende nuestros mejores valores como sociedad con sus investigaciones y destapes; exigir una prensa libre y un sistema de justicia confiable, ambos fundamentales para una democracia fuerte. A poner todos los ojos vigilantes en esas juezas y en Eguren.