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Opinión

Dos años sin justicia, por Eliana Carlín

En el marco de este doloroso aniversario, se realizó una misa masiva en Juliaca el día de ayer, con presencia de los familiares de los asesinados en varias de las ciudades del Perú, entre ellas Ayacucho, Cusco y Puno.

larepublica.pe
Eliana Carlín

El 9 de enero de 2023, el gobierno de Dina Boluarte avanzaba en su toma del poder, entre plomo y sangre. Aquel día, fueron asesinados 18 compatriotas en Juliaca, incluidos menores de edad que salían de trabajar, o que caminaban hacia sus casas desde una cabina de internet. Los defensores de la muerte señalaron rápidamente que había que defender el aeropuerto a balazos, cuando lo cierto es que el racismo inundó medios de comunicación, redes sociales y edificios gubernamentales.

Muchos de los casos fueron documentados en video, lo cual debería garantizar la justicia. Quisiera hoy recordar solo dos. Brayan Apaza Jumpiri, de 15 años de edad, salía de jugar en una cabina de internet y caminaba hacia su casa cuando repentinamente recibió un balazo en la cabeza de parte de un agente del Estado. Agonizó dos días y no resistió. El año pasado visité el altar que los vecinos y familiares armaron en su cuadra, para oficiar una pequeña ceremonia religiosa por su eterno descanso. Hago votos para que el dolor que vi de la madre, el padre y la abuela de Brayan persigan a Boluarte y sus cómplices hasta el final de sus días.

Jhamileth Aroquipa, rescatista de animales y estudiante de psicología, tenía 17 años. Regresaba a su casa del mercado cuando fue asesinada. Su papá, Demetrio, la recuerda como una joven alegre y sensible. Llena de sueños.

En el marco de este doloroso aniversario, se realizó una misa masiva en Juliaca el día de ayer, con presencia de los familiares de los asesinados en varias de las ciudades del Perú, entre ellas Ayacucho, Cusco y Puno. La voz de los sacerdotes oficiantes pidió perdón a los familiares de las víctimas, por la indiferencia ciudadana. La solidaridad en medio de la injusticia. La cobertura periodística en Lima es prácticamente nula.

Los escándalos de corrupción nos ocupan día a día, pero no debemos volvernos amnésicos respecto a la esencia criminal de este régimen, que además ha ascendido e incluso condecorado a muchos presuntos responsables de estos crímenes contra la humanidad. No hay edificio en el mundo que justifique la pérdida de una sola vida.