Las próximas elecciones de 2026 se abren en medio de un escenario de fragmentación política y social sin precedentes. El problema sigue siendo la corrupción, la inseguridad, las organizaciones y redes criminales, y las economías ilegales, con la diferencia de que quienes deben velar por el bien común y garantizar nuestros derechos son quienes hoy están dinamitando por dentro la poca institucionalidad que tenemos. Hasta la fecha, hay más de treinta y cinco organizaciones políticas inscritas, quizá el mayor número de inscripciones en toda la historia republicana.
No solo se necesitan las reformas adecuadas para iniciar un proceso de reconstrucción democrática a largo plazo, sino que es urgente identificar y abrir camino a nuevos liderazgos: las juventudes políticas se encuentran en un momento crucial, donde su voz y toma de decisiones en este contexto de crisis son innegociables. Por mucho tiempo se ha romantizado el trabajo de las juventudes. Se ha exaltado su capacidad de transformar, su compromiso social y sus habilidades de articulación, pero no se les ha permitido ser tomadores de decisiones, ni se les ha brindado financiamiento y recursos para operativizar sus ideas. Si son mujeres o jóvenes en su diversidad, han estado constantemente expuestos a situaciones de acoso, violencia y discriminación.
Si hoy queremos transformar la forma de hacer política, hay que incluir a los políticos jóvenes como verdaderos agentes de cambio. Para ello, es necesario conocerlos: quiénes son, dónde están, cuáles son sus habilidades, cuál es su postura frente a la crisis actual o qué limitaciones tienen para un real ejercicio político. Según el portal del JNE, al 2022, el porcentaje de jóvenes afiliados a partidos políticos es del 15.3%, mientras que en el 2021 fue de 8%. Este aumento de jóvenes militantes es una oportunidad de renovación política, pero es necesario que puedan tomar decisiones dentro de sus organizaciones y que estén ubicados en posiciones estratégicas: al 2021, el porcentaje de jóvenes en las dirigencias era del 6.9% (JNE).
Hoy se necesitan jóvenes políticos que tengan una real y amplia lectura de la realidad, con capacidad de diálogo y escucha. Para ello, se necesitan organizaciones políticas que sean espacios seguros e inclusivos, donde las juventudes puedan tomar decisiones y hacer despliegue de su creatividad, compromiso social e innovación, con todas las herramientas necesarias a la mano, trascendiendo el proceso electoral y la mera campaña política.