Cargando...
Opinión

Relatos salvajes

La Amazonía se debate entre la deforestación y los incendios que la consumen ante la inacción y complicidad estatal.

larepublica.pe
EDITORIAL

Si la Amazonía fue un pulmón para la humanidad e históricamente ha sido representada por bosques intocados y el agua circulando libremente, ahora está perdiendo gran parte de sus reservas por la acción humana depredadora y criminal.

La minería ilegal lanza mercurio en los ríos, lo que genera un gran pantano donde ya no logran sobrevivir los peces y las comunidades nativas se ven obligadas a buscar otras fuentes de agua limpia. Los incendios se propagan por el cambio climático, la falta de lluvia y las pérdidas de caudal de ríos, que también son originados mayoritariamente por el hombre y su acción depredadora.

No se trata de prácticas ancestrales. Es necesario conocer que son precisamente las comunidades nativas las que lograron mantener una relación amigable con su hábitat, pero ha sido el delito que se impone a sangre y fuego el que está provocando el más grave daño ambiental de nuestra época.

La muestra más palpable son los 35 dirigentes amazónicos asesinados impunemente en estos años. La voracidad de los madereros ilegales y los mineros, así como el narcotráfico, es la que siembra terror en la Amazonía, sin que exista una protección real desde el Estado para evitarlo.

La misma dación desde el actual Congreso de la ley antiforestal (31973), que fue rechazada por las comunidades y los especialistas, ha marcado un hito más en esa constante labor depredadora, porque incentiva la tala y la quema para hacerse de tierras.

Ahora, con incendios forestales que se multiplican, se deteriora aún más la fragilidad de ese ecosistema que se daña irremediablemente, sin que exista una real acción de parte del Estado para proteger nuestra diversidad, uno de los principales patrimonios con los que cuenta el Perú.

La indiferencia abruma. Obliga a la acción y a la protesta. Hay quienes aseguran que se necesitarían 100 años para restituir la tierra, el agua y los bosques que se están perdiendo irremediablemente. Es urgente que se adopten las medidas necesarias para frenar tanto despropósito. Sin embargo, las leyes están promoviendo la destrucción de la Amazonía en vez de protegerla. Otro pasivo más que tendrá que remediarse cuando pudo prevenirse en su momento.