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Opinión

El tercer Alan García, por Mirko Lauer

"Podemos suponer que el disparo de García no fue un acto meditado, sino el impulso súbito de alguien acosado por varias partes, no solo desde las maniobras de fiscales peliculeros y sus socios".

larepublica.pe
MIRKO

El Alan García, que decidió suicidarse hace cinco años, estaba bastante decaído. Sus decisiones políticas recientes habían sido poco felices. La alianza electoral con el PPC había resultado un fiasco. Volver del exterior, contra todo consejo, había sido un ingreso a la boca del lobo. Las perspectivas se iban haciendo sombrías.

Podemos suponer que el disparo de García no fue un acto meditado, sino el impulso súbito de alguien acosado por varias partes, no solo desde las maniobras de fiscales peliculeros y sus socios. Podemos decir que no hubo mayor racionalidad en lo sucedido, sino una pérdida de control bajo presión. ¿Una decisión? Sí, pero muy acotada por las circunstancias.

El suicidio ha venido definiendo la imagen de García. Ha borrado la idea de que se trataba de un político en problemas, líder de un partido a punto de implosionar, y que le reclamaba a García soluciones que no estaban a la mano (en cierto modo se las sigue reclamando). Separar la trayectoria del desenlace no es una cosa fácil.

Para la opinión pública en general hay un García de tinieblas, el que precipitó al país a la hiperinflación a lo largo de su primer gobierno, y un García de luz, el que aprendió las lecciones del caso y condujo una segunda presidencia que ayudó a reducir sustantivamente la pobreza mediante el crecimiento económico.

Sin embargo hay que considerar un tercer García, que después de su segundo periodo intentó volver a llevar al Apra a la presidencia. Pero en su actuación política se fue haciendo evidente el desgaste de dos presidencias. Para entonces ya el partido había perdido el sólido norte frente a Alianza para el Progreso, de César Acuña.

Nunca sabremos cuál hubiera sido la evolución de ese tercer García. ¿Hubiera podido imponerse al clima de trifulca que ya empezaba a germinar en el Apra? La posibilidad de una nueva presidencia había calmado las cosas antes; perdida la fe en eso, empezó a sonar la hora de las fuerzas centrífugas y de los auxiliares de fiscal.

Presidente o no, fue un político formidable. En estos días a menudo escucho comentarios reclamando para el país una figura como la suya. Tomará un buen tiempo hasta que ella aparezca en medio de lo que estamos viendo ahora.