El crimen ocurrido en el pacífico Saweto, Ucayali, se considera la peor matanza contra dirigentes protectores del bosque amazónico en la región. Edwin Chota, Leoncio Quintisima, Jorge Ríos y Leoncio Pinedo, cansados de buscar apoyo del Gobierno peruano para defenderse de las amenazas de los madereros ilegales, se dirigían al fronterizo Brasil a presentar sus reclamos. No llegaron. Fueron emboscados y despedazados en el camino.
Los madereros ilegales habían ofrecido dinero por la cabeza de los líderes de la comunidad. Sus reclamos ante las autoridades los molestaban y limitaban su ilegal actuación. Finalmente, los asesinos transaron una suma y comenzó la cacería humana. El crimen cometido fue horrendo y despiadado.
Durante seis años, cinco fiscales se sucedieron sin resultados a la vista. La cruzada emprendida desde el 2014 —año en que se cometió el asesinato— por las viudas de Saweto, quienes no cesaron en reclamar justicia y acción estatal, parecía que no iba a tener éxito.
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Han transcurrido 10 años desde que se segó la vida de los cuatro líderes ashéninkas y finalmente el Poder Judicial emitió un fallo que dispone más de 28 años de prisión para los asesinos y cárcel para los madereros ilegales que fueron los autores intelectuales de la matanza.
Queda ahora esperar la aplicación de la justicia. Todavía falta un periodo para la revisión de la sentencia y la ubicación y captura de los autores del crimen. Hasta ese momento, nos mantendremos vigilantes en procura de sanción ejemplar en el caso Saweto. No podemos olvidar que hasta el 2022 han sido asesinados 42 dirigentes amazónicos por oponerse a las actividades ilegales y predatorias de la Amazonía.
El abandono estatal y el desinterés de las autoridades han convertido a los protectores del bosque amazónico en blancos fáciles para mineros ilegales, taladores, tratantes de blancas y otros grupos delincuenciales que operan en esa área.