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Opinión

Carta desde Madrid, por Mirko Lauer

De acuerdo a la Convención de Caracas, no solo es Ecuador el que la ha violado, sino que primero lo hizo México al otorgarle ese estatus a un condenado.

larepublica.pe
MIRKO

Querido Mirko, cuando vio el caso de Haya asilado en la embajada de Colombia y al que el gobierno de Odría le negaba el salvoconducto para que abandonara el país, la Corte Internacional de Justicia llegó a esta conclusión: los tratados que obligan a ambos países tenían lagunas, sobre todo si el país asilante  tiene derecho a calificar unilateralmente si corresponde o no otorgar el asilo.

Así, la CIJ no le reconoció ese derecho a Colombia, pero tampoco aceptó el argumento peruano de que Haya de la Torre había cometido un delito común al propiciar la rebelión de la marinería el tres de octubre de 1948. Resultó un fallo que no se pudo ejecutar.

Por ello en 1954 los países de la región firmaron en Caracas una Convención sobre Asilo Diplomático, que establece que el país asilante es el que califica si corresponde el asilo y el país territorial tiene la obligación de respetar esa decisión y otorgar el salvoconducto.

Comento esta historia a propósito del asalto a la embajada mexicana en Quito. Es verdad que lo más llamativo es que se trata de una violación sin atenuantes del principio de inviolabilidad de las sedes diplomáticas consagrado en la Convención de Viena de 1961. No es esto poca cosa, no solo por imagen del país sino también por  responsabilidad jurídica. A la ruptura de relaciones puede seguir una demanda ante la CIJ.

De acuerdo a la Convención de Caracas, no solo es Ecuador el que la ha violado, sino que primero lo hizo México al otorgarle ese estatus a un condenado, algo prohibido por la Convención (por analogía Uruguay no tenía argumento para negarle el asilo a Alan García, pues estaba bajo investigación, ni siquiera  inculpado).

No deja de ser paradójico que el mismo país, no el mismo gobierno, que asiló durante años a Julian Assange en su embajada en Londres use medios que en casos similares, como el del líder venezolano Leopoldo López, asilado en la embajada española,  o el de Héctor Cámpora en la embajada mexicana en Buenos Aires, no se atrevieron a usar Nicolás Maduro ni la dictadura argentina.

Mirado políticamente, hay muchos perdedores en esta historia, pero un solo ganador. A AMLO le han puesto en bandeja un recurso nacionalista en medio de la campaña presidencial, que le servirá a su candidata Claudia Sheinbaum.