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Opinión

Futuro hipotecado, por Mónica Muñoz-Nájar

“Las políticas de gobierno en educación están diluidas en el ruido y no son prioritarias. ¿Puede recordar al último ministro/a de Educación que dejó huella?”.

larepublica.pe
Muñoz

¿Qué recuerdos tiene usted de su época de colegio? Quizá muchos recuerdos entrañables de aprender, divertirse sin preocupaciones. ¿Qué tan bien cree que le formó el colegio para su vida? Ahí quizá su valoración sea menos positiva. ¿Qué tan bien cree que le va a la educación hoy? ¿Está mejor o peor que cuando usted estudió?

Si bien cada uno tuvo experiencias muy particulares en la escuela, afortunadamente tenemos alguna información de los promedios nacionales sobre la opinión del estado de la educación. En una encuesta del año pasado, Ipsos encontró que el 61% de peruanos más educados calificaba el sistema educativo como “deficiente”, posicionándonos como uno de los países con peor percepción sobre el estado de su educación de los 29 países incluidos en el estudio. En otra encuesta reciente de Datum el 90% de peruanos señalaba que la educación pública en Perú está entre regular y mala, mientras que el 64% opina lo mismo de la educación privada.

Así se confirma que la mayoría de peruanos piensa que la educación está en malas condiciones. El 11 de marzo es la fecha oficial de inicio de clases en la educación básica. Millones de estudiantes de inicial, primaria y secundaria, en todas sus modalidades, volverán a las aulas ese día, pero ¿a qué educación están volviendo?

¿Por qué educación?

Para el lector puede ser obvio que la educación es un proceso fundamental en el desarrollo de una persona y de un país, pero los enfoques que se le da a su análisis varía por cada rama de estudio que existe. En este espacio exploramos el enfoque económico, reconociendo las limitaciones que el mismo presenta. La educación se incluye como parte integral del desarrollo de lo que se conoce como “capital humano”, el trabajo de economistas como Gary Becker, Theodore Schultz y Jacob Mincer en las décadas de los años 50 y 60 del siglo pasado impulsó el estudio de la educación y cómo ésta es fundamental para el desarrollo individual y de los países.

A la fecha tenemos estimaciones importantes. A modo de resumen, el Banco Mundial anota las siguientes: a nivel individual, la educación promueve el empleo, los ingresos, salud y mejores condiciones de vida, un incremento de un año de educación extra aumenta, en promedio, un 9% los ingresos percibidos. A nivel de los países, la educación es impulsora de crecimiento económico de largo plazo, innovación y puede fortalecer las instituciones. Según un informe del World Inequality Lab, la educación puede explicar aproximadamente el 50% del crecimiento económico mundial y el 70% del aumento de los ingresos entre el 20% de las personas más pobres del mundo.

Así, la gran mayoría de países desarrollados en el mundo tienen sistemas educativos sólidos de larga data. Más aún, la calidad de la educación pública se considera fundamental, especialmente para países en desarrollo, pues permite igualar el acceso a las oportunidades entre los estudiantes que provienen de familias con menos recursos y los que provienen de familias con más recursos.

Además del crecimiento económico, existen estudios que vinculan el desarrollo de la cobertura educativa (la cantidad de niños que asisten a la escuela) y la calidad educativa (el nivel de aprendizaje de los estudiantes) con diversas variables, incluida la democracia y el desarrollo de instituciones sólidas en un país. Estudios valiosos realizados por Daron Acemoglu, James Robinson y otros autores destacan esta relación compleja. De hecho, más educación no necesariamente significa más democracia en el tiempo; esta relación depende de la interacción entre la cobertura y calidad educativa con las instituciones preexistentes en el país, como la libertad empresarial, el cumplimiento de las leyes y el respeto al Estado de derecho. Además, se considera que la “ruta de crecimiento histórica de cada país” es un factor determinante que va más allá de las variables estrictamente económicas y tiene que ver con el contexto histórico y cultural de cada país.

Es así como necesitamos más y mejor educación, pero con mejores instituciones que la soporten y promuevan para poder tener un país más democrático, menos desigual y con más bienestar para todos.

Baja calidad

¿Lo estamos logrando? De las estadísticas compartidas de percepción de la calidad del sistema educativo podemos responder con un rotundo “no”. Veamos algunos datos que nos dan una idea de cómo está el sistema educativo peruano.

Nuestro país logró incrementar este siglo la cobertura educativa. A modo de ejemplo, la tasa de conclusión de la secundaria pasó de ser menos de la mitad de personas entre 17 y 19 años (48%) el 2001 al 82% en 2022. En solo 20 años avanzamos mucho en cerrar las brechas en secundaria y en inicial, también hubo avances en la conclusión de educación superior. Sin embargo, esto se contrasta con la persistencia de un sistema educativo de baja calidad en el que la mayoría de estudiantes no desarrolla aprendizajes de nivel mínimo. Así, en la Evaluación Muestral de Estudiantes desarrollada el 2022 se encontró que en 2022 solo uno de cada tres estudiantes de 2.° de primaria presentaron un resultado satisfactorio en el área Lectura. ¿Qué futuro tiene un país en el que dos tercios de los estudiantes no entienden lo que leen?

Algo preocupante es que, según señala Sandra Carrillo, del Instituto de Estudios Peruanos, en el informe de educación para la iniciativa Perú Debate del CIES, las brechas en el sistema educativo peruano se explican principalmente por el nivel socioeconómico y área urbana o rural en donde está ubicada la escuela. Lo mismo encuentra el Ministerio de Educación y la OECD en sus informes de resultados de la prueba PISA.

Esto indica que la educación peruana no es el espacio igualador de oportunidades que debería ser, más bien las brechas se mantienen cuando existe acceso diferenciado a educación de calidad según la capacidad socioeconómica de las familias.

Existen excepciones que se debe notar, especialmente que los colegios privados de bajo costo tienen iguales o peores resultados educativos que los colegios públicos urbanos, además existen los Colegios de Alto Rendimiento, cuyos egresados cada vez más van destacando en distintas esferas académicas y empresariales; sin embargo, estos ejemplos no son la regla.

Estamos solos

Lo más desalentador de cara al inicio de clases es que parece que los padres de familia y los buenos docentes y miembros de la comunidad educativa están solos en la lucha por tener una mejor educación para nuestros niños. Las políticas de gobierno en educación están diluidas en el ruido y no son prioritarias. ¿Puede el lector recordar al último ministro o ministra de educación que dejó huella? A esto se debe sumar que distintas iniciativas socavan lo poco que se pudo avanzar las últimas décadas, como la meritocracia docente atacada desde el Congreso o la contrarreforma universitaria.

Sin el impulso a la educación, estamos condenando al Perú del 2024 y al Perú del 2050. ¿Qué país queremos tener? Todas las respuestas pasan por un mejor sistema educativo, no hay atajos.