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Opinión

Acoso sin tregua, por Santiago Dammert

"El daño causado por el acoso municipal y la vulneración de los derechos de recreación, ejercicio y esparcimiento, vitales para nuestra salud física y mental, va más allá del vecino".

larepublica.pe
DAMMERT

Señoras que bailan en el parque hostigadas por contingentes de fiscalizadores. Skaters acusados de fumones. Acoso a deportistas y adultos mayores que practican Tai Chi.

Revisiones arbitrarias de mochilas y pertenencias personales en la Bajada Balta. Retiro de bancas en una de las zonas más transitadas de la ciudad.

Estos son solo algunos casos de restricciones arbitrarias aplicadas en los espacios públicos del distrito de Miraflores, ampliamente documentadas en medios o redes sociales, y que han generado una fuerte resistencia ciudadana y vecinal a la gestión del alcalde Canales.

No se debe subestimar el impacto negativo de la represión municipal, que va más allá de ser una constante frustración para quienes vivimos allí. Miraflores es un distrito con afluencia metropolitana, por lo que los afectados vienen de toda Lima, Callao y más allá, e incluye a los turistas que el alcalde tanto busca atraer.

El daño causado por el acoso municipal y la vulneración de los derechos de recreación, ejercicio y esparcimiento, vitales para nuestra salud física y mental, va más allá del vecino.

No escapa a mi atención que debido a las desigualdades que caracterizan a nuestra sociedad, los vecinos de Miraflores tenemos una mayor incidencia mediática que los vecinos del resto de Lima Metropolitana. Sin embargo, esta represión del uso del espacio público se asoma como una ola sobre toda la ciudad, con restricciones ilógicas sobre el uso de playas, intimidación y hostigamiento en parques y espacios deportivos en todos los distritos. Es una nefasta tendencia que se extiende por Lima, y si no le hacemos frente terminará por paralizarnos a todos.

Por lo pronto, los vecinos miraflorinos se han organizado y convocan a un plantón el martes 13 de febrero, en el cual estaré feliz de participar para alzar la voz en contra de quienes buscan quitarnos la libertad en el parque y en la calle, elementales en cualquier ciudad democrática y funcional.