Es indignante constatar que la desinformación sigue presente en diversos ámbitos de la sociedad. El último fin de semana, un hilo de X publicado por la periodista especializada en salud mental, Carolina Díaz, puso de manifiesto que, cuando se trata de desprestigiar a activistas neurodivergentes organizados, aparentemente, todo vale.
Díaz denunció una publicación que difamaba a la Coalición Neurodivergente Peruana (a la que ella pertenece), alegando que personas que se ‘‘autoperciben’’ autistas (apelando a la transfobia que mayoritariamente genera aquello que es autopercibido, como la identidad de género, por ejemplo) querían hacer modificaciones a la ley 30150 o ley TEA para ‘‘instaurar’’ una ‘‘agenda’’ LGTBIQ+.
De inmediato, la periodista desmintió todas las acusaciones mal intencionadas en su red social. Sin embargo, se trata de un tema que deja muchas cuestiones complejas al descubierto. En primer lugar, la invalidación que el medio e incluso personas que pertenecen a otros colectivos, hacen del autodiagnóstico. Porque la realidad es que no todos cuentan con los recursos tanto económicos como de otros tipos para acceder a servicios de salud mental especializados. Especialmente en el Perú, donde esto puede llegar a ser un verdadero lujo.
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Sin embargo, y como el proyecto indica Laboratorio Afectivo, no solo existen herramientas y materiales confiables y gratuitos para que personas puedan explorar más acerca de su salud mental y/o un posible diagnóstico de autismo, sino que al demonizar la autogestión no se visibiliza la importancia de eliminar barreras económicas y sociales para hacer que los servicios de diagnóstico sean más accesibles para todos.
Otro aspecto problemático de la publicación es la homofobia enmascarada bajo un planteamiento aparentemente inofensivo y neutral. La advertencia del supuesto impulso de una agenda LGTBIQ+ se hace de forma negativa, destacando la diversidad sexual y de género de personas autistas como algo separado de su propia identidad neurodivergente cuando, en realidad, muchos y muchas pertenecen a esta población.
En última instancia, la lucha contra el capacitismo, la homofobia, la transfobia, etc., no solo requiere la creación de leyes que, como mínimo, incluyan las voces de las y los protagonistas, sino también un cambio cultural que promueva la aceptación con educación y conciencia. Una transformación que logre que cada persona pueda vivir una vida plena y auténtica en su propia diversidad.