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Opinión

Pataz, violencia y apropiación, por Mirko Lauer

"Pataz es un distrito minero de vetas auríferas angostas pero largas, y el terreno permite interceptar su trayectoria cavando a su encuentro un túnel ilegal y alternativo".

larepublica.pe
MIRKO

La demolición de torres eléctricas de alta tensión encaja perfecta en lo que aquí conocemos como un cierto tipo de terrorismo: paralizar al enemigo civil con un acto de violencia. En este caso es la minera Poderosa, ubicada en Pataz. Hace unos dos meses fueron asesinados allí nueve mineros, y heridos 15. La racha no tiene visos de terminar.

¿Qué está pasando? En lo esencial es la lucha por el control del oro entre los mineros ilegales y la empresa, y también entre mineros ilegales. Entran a la colada otras formas de criminalidad, como el tráfico de droga y de personas, en manos de las megabandas transnacionales. Se puede añadir desempleo y pobreza al cóctel.

Pataz es un distrito minero de vetas auríferas angostas pero largas, y el terreno permite interceptar su trayectoria cavando a su encuentro un túnel ilegal y alternativo. Para intentar impedirlo, la empresa ha llegado a contratar 1.200 guardias de seguridad, y solicitado una colaboración policial cada vez más fuerte. Nada ha funcionado realmente.

Así, la amalgama llamada minería ilegal viene cobrando creciente prominencia. Se calcula que sus ingresos son mayores que los del narcotráfico. Su influencia política (incluye fuerzas del orden) es considerada incomparable. Fue clave en financiar, con flamantes camionetas y otros, la protesta a favor del golpista Pedro Castillo.

Tres hipótesis sobre Pataz: peleas entre artesanales ilegalizados y entre ilegales recriminalizados, efectos de una situación de crisis social, asalto a la propiedad de la Poderosa. No se contradicen, pero las combinaciones producen matices y pueden dar sentido a otras presencias. Por ejemplo, autoridades arrastrando los pies.

Especialistas como el ingeniero Dante Vera están buscando algo así como una fórmula para enfrentar el problema con éxito. Sus aproximaciones son agudas, sobre todo porque van al alcance de otras situaciones distintas en apariencia, pero parecidas en el fondo. Pensamos en otros distritos mineros, pero también en los boletos de Machu Picchu.

Lo que merece atención hoy parece ser el problema de la apropiación, en el sentido de buscar una sustitución del imperio de la ley. Algo así como el siglo XVI trasladado al siglo XXI, como en el dicho “Quítate tú para que me ponga yo”. Los pericotes de Castillo no lo inventaron. Lo aprendieron en la mesa familiar.