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Opinión

Piratas en el mar Rojo, por Mirko Lauer

"En medio de este panorama, la acusación de Sudáfrica a Tel Aviv ante la Corte Internacional de Justicia (La Haya) resulta una extraña manera de tomar partido en la ampliación del conflicto. Si los hutíes están provocando, los sudafricanos parecen estar distrayendo".

larepublica.pe
MIRKO

No es lo que se llama una guerra mundial porque no hay potencias militares peleando directamente las unas contra las otras. Pero la ampliación de la guerra Hamás-Israel sí se está produciendo, con el nuevo conflicto producido por la provocación de las milicias hutus (pro-Irán) a las naves comerciales occidentales.

El Gobierno de Teherán, muy adepto a la práctica regional de matar con mano ajena, mantiene intereses en el Hamás de Gaza, en el Hizbulá de Líbano, entre otros grupos armados terroristas. Los ayatolas son padrinos también de los hutíes, instalados en Yemén, a la salida del mar Rojo, y ahora han decidido utilizarlos.

Los ataques a naves comerciales han buscado alentar a quienes en occidente quieren una suspensión de los ataques de Israel a Hamás. Pero más bien los ataques están intensificando los ataques en el Medio Oriente. EEUU y Gran Bretaña tomaron la iniciativa en la respuesta a los hutíes, y han encontrado seguidores y apoyo.

Digamos que la guerra que se ha trasladado al otro extremo de la ruta del canal de Suez es otro tipo de conflicto que el de Gaza. Todavía no hay una población local masivamente afectada, usada como escudo humano por comandos. Los hutíes funcionan como testaferros militares de Irán, que todavía no desea ir a la confrontación directa con occidente.

En términos generales no le ha ido mal al sector antiisraelí en el mundo. Al ocultarse detrás del pueblo palestino, es decir atacar Israel y desaparecer con un capital de rehenes, Hamás dejó al pueblo que decía representar expuesto a la furia de los israelíes, y a los propios israelíes expuestos a la acusación de genocidio, que ha prosperado.

Lo del mar Rojo no es central a los hechos iniciados en Gaza, pero para EEUU, GB y los países que han apoyado y saludado la iniciativa, la piratería hutíe se ha vuelto una oportunidad de apuntar hacia el corazón de Irán, ganar algunos puntos más con los sunitas antiiraníes de la región. De paso se defienden vitales rutas comerciales.

En medio de este panorama, la acusación de Sudáfrica a Tel Aviv ante la Corte Internacional de Justicia (La Haya) resulta una extraña manera de tomar partido en la ampliación del conflicto. Si los hutíes están provocando, los sudafricanos parecen estar distrayendo.