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Opinión

Diplomacia de borrachos en la cantina, por Augusto Álvarez Rodrich

Las relaciones entre países en medio de insultos y agravios.

larepublica.pe
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Hubo un tiempo en el que la diplomacia en América Latina era un contrapunteo de posiciones y estrategias, pero hoy se ha convertido en un charco degradante propio de rufianes de cantina que se insultan en torno a una caja de cervezas.

El barrio de broncas que es hoy el patio presidencial regional ya tiene tiempo en modo agresivo, pero el triunfo de Javier Milei resucitó el baile de agravios en el que se puede distinguir a quienes pretenden ser estadistas pese a la discrepancia, y a los trogloditas.

Este capítulo de la guerra presidencial tuvo a Milei dando el play de honor durante su campaña en la que se lanzó contra presidentes de izquierda con los que adelantó que no tendría relaciones.

Algunos de ellos recibieron la elección del domingo con la prudencia que demanda las relaciones entre estados, como Lula, quien, sin mencionarlo, le deseó suerte al nuevo gobierno y resaltó el respeto a una elección y al pueblo argentino; o Gabriel Boric, quien también saludo al pueblo argentino, y a Milei por su triunfo y a Sergio Massa por su reconocimiento de la derrota.

Diferente fue la reacción del grupo de bandoleros que ha hecho de la política latinoamericana un chiquero. El corrupto dictador Nicolás Maduro exclamó que “ganó la extrema derecha neonazi”; su compinche de parranda Gustavo Petro que ganó “la extrema derecha, es la decisión de su sociedad, triste para América Latina” —Nayib Bukele le respondió “y ahora dilo sin llorar” —; y Andrés Manuel López Obrador dijo que la elección “fue un autogol con el que yo no estoy de acuerdo”.

Hasta Daniel Ortega y Rosario Murillo, a quienes AMLO, Petro y Maduro apapachan, saludaron a Milei, destacando que “somos defensores del principio de no intervención” (pero eso es porque no quieren que nadie se meta con su dictadura corrupta y criminal).

¿Cómo queda el Perú en este zafarrancho? Con un saludo ‘cálido’ de Dina Boluarte a Milei, en una relación entre sus gobiernos que no tendrá problemas, pero que sí se deberá desenvolver en el charco del encono resucitado de AMLO, Petro y Maduro, quienes quedaron muy molestos con la caída de Pedro Castillo, pues este cometió la traición de poner la diplomacia peruana al servicio de sus intereses políticos.