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Opinión

El referendo duró cinco años, por Mirko Lauer

"El Congreso ha puesto en marcha el proceso para revertir ambas opiniones mayoritarias. De paso quiere extender el favor de la reelección a gobernadores y alcaldes del país. ¿Qué significa todo esto?".

larepublica.pe
MIRKO

En el referendo del 2018, la ciudadanía votó contra el retorno del Senado y a favor de la no reelección parlamentaria. El Congreso ha puesto en marcha el proceso para revertir ambas opiniones mayoritarias. De paso quiere extender el favor de la reelección a gobernadores y alcaldes del país. ¿Qué significa todo esto?

Da la impresión de que a los votantes el Senado, eliminado por el fujimorismo en los años 90, les importa muy poco, y que persiguen más bien la reelección, indiferentes a la bajísima tasa que tiene este fenómeno en el país, algo así como 20%. El poder ser reelegido no significa que uno va a serlo, pero quizás la ilusión es reconfortante.

El argumento a favor de un Senado se apoya en el nivel que ha tenido la llamada cámara alta. Pero una vuelta de la mirada por el hemiciclo sugiere que ya no veremos un Senado como el de antaño, que tampoco era gran cosa. Ahora su única virtud potencial sería la capacidad de bloquear lo que se inventa en la cámara baja, como ataques al Poder Judicial y otros.

No olvidemos que este Congreso tiene 6% de aprobación, mientras que evitar el Senado e impedir la reelección parlamentaria han sido medidas muy populares. Las encuestas dirán si eso sigue así, aunque a los 75 votantes les ha importado un pito. Desagradar a la población es segunda naturaleza para estos congresistas.

En otro plano, la prohibición de reelegir ha privado al país del concurso de congresistas experimentados, y encarga las tareas a representantes siempre bisoños. Contratar a los experimentados como asesores no resuelve el problema. Este columnista ha pasado de ser enemigo de la reelección a ser su defensor, con la idea de que los peores no serán reelegidos.

Sobre gobernadores y alcaldes reelegibles, hay una polémica entre quienes piensan que los reelegidos van a robar más que quienes pasan por esas oficinas una única vez. Es algo así como la disponibilidad de tiempo frente a la impaciencia. Pero quizás la solución a la deshonestidad del elegido no pasa por allí.

Ya que estamos con el reloj en la mano, hay quienes están sosteniendo que quizás nos convendría más acortar el período presidencial de cinco años a cuatro. Sin duda también aquí hay argumentos abundantes para los dos puntos de vista.