Piura, la ciudad del eterno calor, de las eternas lluvias que en vez de alegrar los campos aterran a la ciudad, de las autoridades incompetentes elegidas por nosotros mismos, de las obras inconclusas, de los alcaldes ineptos y gobernadores corruptos. Llevamos lustros, décadas, siglos sin poder desterrar ninguno de los males antes descritos, ni siquiera los que dependen de nosotros mismos y nuestros propios votos.
Pero dejando de lado la sombra pesimista que enluta una ciudad tan productiva, que con mejores autoridades y gestores públicos podría ser el motor de desarrollo más trascendente del Perú, vale la pena resaltar un informe del Banco Central de Reserva del Perú, donde precisa que las exportaciones de Piura alcanzaron los US$352,5 millones en enero 2023, superiores en 15% respecto a similar mes del 2022, por la mayor exportación de productos no tradicionales: agropecuarios (9,7%), pesqueros (21,5%) y mineros no metálicos (93,6%). En el documento se explica que Piura es la sexta región con mayor producción industrial del país, ya que tiene a la manufactura como la segunda actividad más importante de la ciudad, en donde las ramas industriales predominantes son las derivadas de productos pesqueros, el proceso de arroz y el petróleo.
Y es aquí, en el sector hidrocarburos o petrolero, donde la modernización de la refinería de Talara de Petroperú, el proyecto más importante y de mayor envergadura de las últimas décadas en el país, dinamizó completamente la economía de la región Piura en los últimos años. Entonces, teniendo el complejo refinador más moderno de Sudamérica, ¿lo más idóneo no sería tener todos los lotes petroleros del norte del Perú para abastecer a la nueva refinería?
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Nuestra ciudad necesita crecer, pero debe hacerlo de manera ordenada, correcta y transparente, así como le exigimos al funcionario público que sea eficiente, capaz y honesto, también debemos exigirle o no permitir que el sector privado evada sus responsabilidades, que asuma sus compromisos, que cumpla sus obligaciones.
Nada les cuesta a los centros comerciales, bancos, farmacias y comercios afincados en cada rinconcito de Piura encargarse de mantener los sardineles jardineros limpios, verdes, cuidados y con el mantenimiento adecuado. Los empresarios piuranos deberían armar un plan de responsabilidad social para rescatar a Piura de la desidia, ser parte de la solución y no esperar que las acémilas que tenemos de autoridades gestionen soluciones que tendremos que esperar sentados por una eternidad.