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Opinión

Cambio climático y más pobreza, por Kurt Burneo

“Este nuevo escenario climático genera nuevas amenazas para el bienestar de los hogares pobres y vulnerables, con condiciones de vida estructuralmente bajas, relacionadas con carencias permanentes”.

larepublica.pe
Pobreza monetaria

Resulta más o menos claro que la desaceleración de la actividad económica dificultará la reducción de la pobreza monetaria del 27.5% el año pasado, más un factor poco referido que podría agravar esta, reside en el cambio climático en curso. Brevemente me referiré a esto.

Antes que nada, señalaré que la pobreza en el Perú oficialmente se mide por el gasto monetario, siendo un reto –dadas las limitaciones de esta forma de medición– el contar con un índice de pobreza multidimensional. Este incluye los objetivos de Desarrollo Sostenible, los cuales cubren diversos aspectos de privación en indicadores núcleo de pobreza y sus interrelaciones. También alternativamente existen reconocidos marcos conceptuales como el enfoque de derechos y el enfoque de capacidades, basados en estudios participativos que evidencian que las propias personas pobres describen sus privaciones en términos que van más allá de la insuficiencia de ingresos.

Independiente de las limitaciones del indicador oficial de pobreza en el Perú, esta venía reduciéndose en línea con la dinamización del PBI, reducción que se detuvo con la pandemia del año 2020 en que la pobreza subió a 30% de la población (PBI cayó en 11.2%) habiendo sido esta 20% en el 2019 (PBI creció 2.2%), bajando a 25% en el 2021 (PBI creció 13.3%). Un caso particular corresponde al 2022 donde el PBI crece 2.7% y la pobreza sube al 27.5%, esto podría explicarse por el marginal aumento en solo 3.2% de la parte de la actividad económica más intensiva en mano de obra, como es el PBI no primario.

Debe señalarse que la sostenibilidad de la reducción de la pobreza se basa en el aumento del empleo generado por la actividad económica; no obstante, no podemos dejar de lado, en la evolución de reducción de la pobreza, los efectos directos e indirectos de programas sociales como JUNTOS, por ejemplo. Por otra parte, la vulnerabilidad económica de los hogares crece con el aumento de la informalidad laboral; 7 de cada 10 trabajadores en prepandemia y 8 de cada 10 luego de esta. Lloviendo sobre mojado, la crisis inflacionaria por supuesto que refuerza esta vulnerabilidad. 

La pobreza se exacerba con el efecto adverso del cambio climático. Este consiste en variaciones a largo plazo de las temperaturas y de los patrones climáticos. Una expresión de este es el antes llamado “calentamiento global” ahora denominado “ebullición global”. El caso es que actualmente las emisiones de gases de efecto invernadero son un factor determinante del calentamiento global, hoy asociado con las actividades humanas como motor principal de este fenómeno. En la actualidad, la temperatura de la tierra es 1,1 ºC más alta que a finales del siglo XIX proyectándose un agravamiento de esta tendencia; este nuevo escenario climático genera nuevas amenazas para el bienestar de los hogares pobres y vulnerables, con condiciones de vida estructuralmente bajas, relacionadas con carencias permanentes en los niveles de ingreso y consumo.

Intentemos explicar los principales desafíos que el cambio climático genera en el país para la reducción de la pobreza. Los fenómenos directamente asociados con el cambio climático, como el aumento en la frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos, y los desastres y la degradación acelerada de los ecosistemas, originarán efectos adversos sobre los activos, los medios de vida y las fuentes de ingreso de las familias. A su vez, las medidas de descarbonización necesarias para frenar el avance del cambio climático también podrían afectar negativamente el bienestar de los hogares, por ejemplo, el alza en los precios de bienes y servicios generado por la reducción de subsidios energéticos o la eliminación de empleos que puede resultar de la reconversión de industrias contaminantes.

Más allá de los efectos negativos de corto plazo en los medios de vida de los hogares pobres y vulnerables, estas amenazas generan efectos negativos de mediano y largo plazo. Por ello, dados los serios efectos reportados, las políticas públicas no deben no ser reactivas sino proactivas frente al cambio climático.