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Opinión

La nueva trova latinoamericana, por Augusto Álvarez Rodrich

"¿En qué andan los presidentes que se creen de izquierda?".

larepublica.pe
AAR

Gabriel Boric. La votación del domingo fue un plebiscito sobre su gobierno que perdió de manera estruendosa por la impericia arrogante derrochada por su extravagante presidencia en la que anda de activista en vez de estadista, con lo que ha demolido, en solo un año, la elevada credibilidad que la izquierda chilena había ganado en las últimas tres décadas. Lo más sensato que ha dicho hasta ahora es su llamado a los republicanos a “no cometer el mismo error que nosotros”.

Gustavo Petro. Un bocón incontinente, su autoestima tan elevada como injustificada lo empuja a sentirse el faro de la región que le dicta lecciones hasta a quien no se lo solicita, incluyendo a los peruanos, pero solo es un aspirante a emperador que defiende a un golpista como Pedro Castillo, y que en su país cree que puede someter al fiscal de la nación —de quien se declara su jefe (sic)—, socavar la independencia del poder judicial, y usar a la opinión pública para presionar a quien sea obstáculo.

Andrés Manuel López Obrador. Otro que cree que puede hacer lo que le venga en gana, protegiendo —como mentor y protector— a un aprendiz de golpista como Castillo, mientras apapacha a todos los dictadores de la región. Está demoliendo la democracia mexicana, incluyendo el sometimiento de los organismos electorales y el ataque sistemático al periodismo.

Daniel Ortega. Dictador sanguinario que, en complicidad con su esposa, compite con la dinastía Somoza.

Nicolás Maduro. La desesperada migración venezolana es la expresión de una dictadura que asfixia a su gente.

Miguel Díaz-Canel. Tiene a los cubanos en la angustia de una sociedad que languidece donde ya no hay nada para el orgullo, ni salud ni educación.

Luis Arce. Terminó de hundir el evonomics en una Bolivia que colapsa.

Alberto Fernández. Sigue con entusiasmo el antiguo esfuerzo nacional para destruir la economía argentina y la calidad de vida de su población.

Lula. Sin interés por América Latina, intenta construir una presencia internacional como mediador de los conflictos mundiales, en busca de un Nobel de la paz, metido entre la coronación de Carlos III, coqueteando con Xi Jinping, y repitiendo la propaganda invasora de Vladimir Putin.