Es endemoniadamente difícil demostrar la inocencia de una persona acusada con pruebas fabricadas, falsos testigos o testimonios insostenibles. Durante el conflicto armado interno, en particular en los años 90, se registraron detenciones masivas de ciudadanos a quienes se les imputaba participación en organizaciones terroristas, y se les condenaba muchas veces sin ejercer su derecho a la defensa.
En ese periodo de plomo aprendimos que para un periodista es mucho más desafiante conseguir la excarcelación de una persona inocente, porque exige un esfuerzo, una dedicación y una tenacidad incomparables. Eso es lo que recordé luego de ver los nueve intensos episodios de la docuserie ‘Proyecto inocencia’ (Netflix).
Se trata de un recuento de los casos más importantes de sentencias erróneas, desde cadenas perpetuas hasta condenas a muerte, que consiguieron revertir los abogados de la organización Innocence Project. Fue fundada en 1992 por Barry Scheck y Peter Neufeld para asistir a los reclusos que afirmaban que eran inocentes y que sufrían injusta carcelería. En principio, litigaron para que el sistema judicial autorizara la aplicación de la prueba de ADN que demandaban los presos que alegaban inocencia, varios de los cuales se encontraban en el infame “corredor de la muerte”, esperando la ejecución dispuesta por los magistrados.
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Para 2021, Innocence Project logró la excarcelación de 300 sentenciados. Sin embargo, la organización también intervino en casos en los que autoridades que participaron en la acusación ocultaron evidencia exculpatoria o presionaron a otras personas para ofrecer falso testimonio. Por lo que los abogados contribuyeron en la liberación de 625 inocentes.
Uno de los casos más estremecedores de Innocence Project es el que protagonizó Alfred Dewayne Brown, condenado a pena de muerte por el asesinato de un policía. En la investigación participó la reportera del diario Houston Chronicle (Texas, Estados Unidos), Lisa Falkenberg, quien en una serie de artículos demostró que Brown se encontraba en su casa cuando se cometió el homicidio, y que habló por teléfono con su pareja, lo que confirmaba que no estuvo en el escenario de crimen.
Pero la policía y la fiscalía ocultaron la evidencia que demostraba que Brown era inocente: el reporte telefónico. Por si fuera poco, las autoridades encarcelaron a la novia de Brown para que mintiera y dijera que nunca llamó. Fabricaron una acusación. Un acto sin nombre.
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Lisa Falkenberg ganó el premio Pulitzer por su trabajo, sin embargo, continúa con el caso: busca que Alfred Dewayne Brown reciba la compensación que le corresponde por 12 años y 62 días de injusta carcelería. Es que los periodistas nunca abandonamos a los inocentes.