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Opinión

Buscando un nuevo orden mundial

“Ante amenazas existenciales como las que enfrentamos, la región no tiene claro qué buscar. Brasil intenta otra vez ser actor a nivel mundial, sin mucho éxito los demás no sabemos...”.

larepublica.pe
Villanueva

Tras treinta años entre la caída del muro de Berlín y el inicio de la pandemia, comenzamos una etapa de competencia abierta entre poderes que puede deslizarse en guerras frías o calientes, y en la que la capacidad colectiva de la humanidad para enfrentar problemas fundamentales parece deteriorarse cada día.

El vaciamiento de la democracia no ocurre solo en el Perú, sino en muchos países en donde la imposibilidad de enfrentar problemas nacionales —como la violencia de las pandillas en El Salvador— lleva a decisiones profundamente antidemocráticas; pero, por otro lado, no hay maneras concretas de evitar estos deslizamientos autoritarios, puesto que eso que se solía llamar “el orden mundial” está tan en crisis como las democracias nacionales.

Ese orden mundial implicaba la disputa entre sistemas políticos que pretendían ser superiores el uno al otro; al caer el socialismo realmente existente, sólo quedó el capitalismo globalizado con su democracia liberal. Esta última garantiza la libertad individual, a partir del Estado de derecho; pero en su disputa con la globalización, un conflicto interno de los países ricos, está siendo derrotada. La democracia liberal sólo funciona cuando además de garantizar la libertad satisface expectativas de prosperidad, como lo hizo durante la guerra fría. China propone prosperidad sin libertad, y Rusia, Irán y otros autoritarismos decimonónicos, ofrecen el nacionalismo como justificación de la opresión.

¿Dónde queda América Latina, y el Perú, en esta disputa? La región nunca ha sido ni próspera ni libre, más allá de que haya abrazado de distintas maneras la democracia o el capitalismo. Las desigualdades que nos atraviesan hacen difícil producir riqueza sin concentración, o Estados de derecho que sobrevivan al control de desbordes de los que nunca se han sentido representados por la clase política. Ante amenazas existenciales como las que enfrentamos, la región no tiene claro qué buscar.

Brasil intenta otra vez ser actor a nivel mundial, sin mucho éxito; los demás no sabemos evitar el aumento de la pobreza ni cómo lograr que la violencia delincuencial se detenga, y peor aún, cada vez parecemos estar empeñados a peleas que solo le importan a los que ejercen momentáneamente el poder.

¿Podríamos plantear un orden mundial desde América Latina? Más allá de las carencias materiales concretas, y de la imposibilidad de integrar países que no logran organizarse para lo básico, la pregunta es pertinente porque pronto habrá conflictos múltiples que inevitablemente necesitarán respuestas colectivas para evitar que nuestras sociedades sean destruidas por ellos. Si no prospera un nuevo orden mundial, deberíamos buscar una idea regional de cómo salvarnos.