Si Pedro Castillo se hubiera acompañado de personas más lúcidas que lucidas, y con más seso que lengua, quizá hubiera podido compensar su severa limitación para ejercer la presidencia —y casi cualquier oficio que demande esfuerzo intelectual—, pero, lamentablemente, para él y para el país, se rodeó de gente con profunda desvinculación de la realidad y alucinaciones graves, lo cual se confirma en sus intervenciones públicas recientes.
Es el caso de los dos últimos jefes del gabinete. Betssy Chávez demostró este domingo en la entrevista en ‘Punto final’ sus delirios de grandeza que chirrían cuando se compara lo que ella fue en el gobierno con quienes se pretende comparar, como Nelson Mandela, Pepe Mujica y —no era para menos— Jesucristo.
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También le chicotea la azotea al expremier Aníbal Torres, quien se alucina candidato presidencial cuando su destino más seguro es la chirona, para no hablar de sus aberrantes simpatías por el nazismo y sus anuncios de una revolución con ríos de sangre por donde le debe patinar el coco, lo cual volvió a mostrar en una desquiciante mesa redonda en San Marcos junto con su abogado Duberlí Rodríguez y el primer canciller de Pedro Castillo, Héctor Béjar.
Eso lo exhibió Torres en la entrevista que le hizo la exministra Anahí Durand en su programa ‘Trazando líneas’, quien también habla de un país que jamás existió sin reconocer el mamarracho que fue el gobierno que integró.
Otros dos premier —Guido Bellido y Héctor Valer— andaban igual, como la mayoría de ministros de Castillo. ‘Agüita arracimada’ fue el fajín promedio.
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Igual con los aliados políticos de Castillo. En una interesante entrevista en Huanca York Times, Verónika Mendoza no reconoce los gravísimos errores de su presidente sin dejar de echarle la culpa a la ‘ultraderecha’, mientras Vladimir Cerrón opta por un perfil bajo con el fin de que pase piola su tremenda responsabilidad en el desastre que originó su partido Perú Libre al traer un gobierno tan inepto y alimentarlo con ideas alucinadas de un comunismo trasnochado que solo funciona en sus sueños de ser un demonio de los andes.
Pobre Castillo, pobre país, haber estado en manos de gente que recuerda la urgencia de una izquierda inteligente, moderna y con valores en el Perú.