John Wick 4 está magnífica y es el primer gran blockbuster de 2023. De las películas de la franquicia –ya considerada entre las mejores del género de acción de la historia– es la mejor de todas, lo cual dice bastante y reacomoda la lista de preferencias. Son tres horas brutales de tipos malos muriendo como cucarachas, incluyendo el plano-secuencia cenital más efectivo que se haya visto en el cine de acción.
Y cuando creías haberlo visto todo, en John Wick 4 están de estreno los ternos antibalas y el rifle que incendia/pulveriza al enemigo. No hay nada mejor.
Entre los muchos méritos de este filme está el de elevar aún más la vara de lo posible en su rubro. El director Chad Stahelski tiene un gusto impecable para salirse con la suya robando con limpieza de otros por la inagotable creatividad que inyecta a cambio. John Wick es un hijo lejano del “vengador anónimo” de Charles Bronson, con los códigos de honor de los samurái de Akira Kurosawa y talante solitario del Hombre Sin Nombre de los westerns de Sergio Leone. Está, además, varios pasos adelante de Matt Damon en la saga Bourne y de Liam Neeson en la saga Taken.
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Las tomas largas de pocos cortes recuerdan la eficiencia del plano-secuencia de “la pelea” en el pasillo de Oldboy de Park Chan-wook –uno contra más de veinte–, y vaya forma de matar. John Wick ha popularizado ese disparar incrustando el cañón de la pistola en la cabeza del enemigo (ya lo hacían Bourne y el Brian Mills de Liam Neeson, pero acá el recurso es ley) y mantiene trazos irreales de supervivencia del personaje, las cuales igual perdonamos.
John Wick 4 no tiene una sola explosión (¡aprende, Michael Bay!) y es aun así una de las cintas más violentas que recuerde. Solo hay dos personajes femeninos menores y el resto de mujeres son las operarias inexplicablemente vestidas como modelos de pin-up, así que ese flanco flaco será atacado. Y es que Stahelski y Reeves se adhieren –de nuevo– con mucha sagacidad a una fórmula que no luce desgastada, sino mejor que nunca.
Porque, ¿de qué trata John Wick 4? No importa mucho. El tipo fulminó a cien en la primera cinta solo porque le mataron a su perrito, y viene pelándose contra su antigua organización criminal desde entonces. Ahora el pleito lo llevará por Nueva York, Berlín, Osaka y París, porque otro incauto líder mafioso, el marqués Vincent de Gramont (Bill Skarsgård) cree que puede matarlo. Para ello recluta al sicario ciego Caine (la leyenda viva Donnie Yen) y así se inicia la persecución.
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Hay tantas escenas buenas que solo queda aplaudir a Keanu Reeves. La de la escalera de 222 escalones de Sacré-Cœur. La pelea en el Arco del Triunfo. La del tiroteo con el rifle que incendia al enemigo. Vayan a verla.