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Opinión

Un nuevo año para aprender, por Guiomar Alonso

"El retorno a las aulas es una operación compleja y masiva. Este marzo, alrededor de 8.5 millones de estudiantes, matriculados en el 2022 en la educación básica, regresarán a las aulas".

larepublica.pe
"El retorno a las aulas es una operación compleja y masiva. Este marzo, alrededor de 8.5 millones de estudiantes, matriculados en el 2022 en la educación básica, regresarán a las aulas".

El mes de marzo en el Perú está marcado por el retorno a las aulas. Se inicia un nuevo año para aprender y con él vuelven a surgir ciertos retos estructurales de nuestro sistema educativo que nos interpelan a buscar pactos mínimos como sociedad para asegurar el derecho a la educación, atender con equidad a todos los niños, niñas y adolescentes, especialmente a los que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad.

El retorno a las aulas es una operación compleja y masiva. Este marzo, alrededor de 8.5 millones de estudiantes, matriculados en el 2022 en la educación básica, regresarán a las aulas. El 24% volverá a escuelas y colegios de ámbito rural pero la mayoría, el 76%, lo hará en instituciones de ámbito urbano (Censo Educativo 2022). A estas cifras se suman cerca de 62,000 estudiantes que, por los efectos sociales y económicos de la pandemia, no pudieron matricularse entre el 2020 y el 2022 y dejaron de acceder a su derecho a la educación.

Por otro lado, Perú acoge cerca de 150,000 migrantes y refugiados venezolanos en edad escolar de los que, según datos del Minedu, se logró atender a 135,130 (II ENPOVE 2022). Otro grupo prioritario que plantea retos son los estudiantes con discapacidad. Según datos del Censo Escolar del 2018, hay 77,496 estudiantes con discapacidad en el sistema educativo, sin embargo, tan solo el 40% culmina la primaria.

Además de asegurar el acceso al derecho a la educación de las infancias y adolescencias más vulnerables, debemos también atender las importantes brechas de aprendizaje generadas por la pandemia que, según el EVA (Minedu, 2021), han afectado de manera desproporcionada a los grupos más vulnerables, especialmente a estudiantes en zonas rurales.

Estos datos nos invitan a introducir enfoques educativos adaptados y diferenciados, que permitan atender el aprendizaje y desarrollo de habilidades socioemocionales de la diversidad de estudiantes y abordar de manera contextualizada la educación en los distintos territorios. Por supuesto, la escuela también puede y debe desarrollar las competencias que parecen hacer tanta falta hoy: empatía, orientación al bien común, lucha contra la desinformación, como parte del aprendizaje ciudadano y social que requiere el Perú.

Desde Unesco nos enfocamos en atender la equidad y la inclusión en la educación, por ello junto a nuestros socios, y en coordinación con la comunidad educativa, impulsamos el Programa + Diversidad, una iniciativa que promueve una educación inclusiva en igualdad de oportunidades para los niños, niñas y adolescentes migrantes, refugiados y de las comunidades de acogida en Lima y Trujillo. Asimismo, a través del Programa Horizontes, desarrollamos una propuesta de educación secundaria que atiende las necesidades de aprendizaje y desarrollo de las y los adolescentes rurales de manera integral, empujando su agencia, sus proyectos de vida y su vínculo con el desarrollo de la comunidad desde la escuela.

Al cierre del presente artículo, el ciclón Yaku nos recuerda otras situaciones de emergencia que el país ha vivido y sigue enfrentando. Un primer aprendizaje sería asegurar que las emergencias no signifiquen un agravamiento de las condiciones de salud mental de los niños, niñas y adolescentes, sino una oportunidad para mejorar nuestra resiliencia. Un segundo, sería reforzar las escuelas para que ellas y ellos puedan entender, manejar y contribuir a frenar el cambio climático y generar pactos de futuro.

Es momento de trabajar juntos y empezar un nuevo año para aprender con una agenda mínima de acceso, calidad, equidad y responsabilidad por la educación en situaciones de emergencia.

Guiomar Alonso, representante de Unesco en Perú