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Opinión

El detrás de cámaras del golpe

La dura pena que merecen Castillo y todos sus cómplices.

larepublica.pe
Augusto Álvarez Rodrich

Sería conveniente que la justicia actúe pronto para impedir que Betssy Chávez se fugue, casi la única actividad en la que han demostrado destreza los funcionarios del gobierno de Pedro Castillo con la excepción de él mismo.

La intención de fuga de Chávez parece lo más probable luego de la difusión de los videos que demuestran de manera inequívoca no solo su complicidad —junto con el otro expremier Aníbal Torres— en el intento de golpe de estado de Castillo, sino que es una tremenda mentirosa pues ella negó antes, en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales (SAC), todo lo que se vio el domingo por la noche.

El video también desmiente todas las tretas lanzadas por ese otro gran farsante que es Castillo, pues, en contra de lo que dijeron los que aún lo apoyan, no estaba drogado, sí sabía lo que hacía, y estaba en pleno uso de la razón cuando leyó el texto copiado del 5 de abril de Alberto Fujimori para intentar convertirse en dictador.

Quienes a pesar de todo lo siguen respaldando sostienen dos excusas para mellar la relevancia de un delito tan grave como el de quebrar el orden constitucional.

Primero, que intentar un golpe no es lo mismo que darlo, pero ayer el abogado Roberto Pereira explicó en Claro y Directo de LR+ que la justicia no establece diferencia entre ambas situaciones. Por ello, ha hecho bien la SAC en aprobar el informe que recomienda denunciar a Chávez por el golpe de estado.

Segundo, a los que aún apoyan a Pedro Castillo ya casi solo les queda, para minimizar el delito, sostener que es mejor no ocuparse del golpe por haber otros asuntos más relevantes, como las muertes lamentables ocurridas desde el 7 de diciembre, pero, incluso en eso, debiera investigarse la participación de su banda en esta tragedia.

En lo cual tienen una complicidad evidente los que, como Betssy Chávez y Aníbal Torres, participaron en el golpe, así como varios otros golpistas más que hoy quieren liberar como sea a Castillo por el temor de que su desesperación por los veinte años de cárcel que le esperan por quebrar el orden constitucional —y por corrupto— lo hagan cantar sobre todos sus cómplices con el mismo entusiasmo que se le ve en el detrás de cámaras del golpe.