La primera semana de gestión de las autoridades locales ha sido clave para marcar cuál será su postura respecto a cómo gestionar la ciudad. Llama profundamente la atención las acciones de los gobiernos locales de Lima metropolitana como Magdalena y Lince, entre otros, que decidieron eliminar bancas y bolardos generando un atentado contra los espacios públicos y la peatonalización de calles.
El falso argumento, totalmente en contra de lo que dice la evidencia, es que generar espacios para los autos generará mayor actividad económica.
Esto, sumado al vaciado de la fuente de agua de Chorrillos y el borrado de murales en Barranco, nos dicen que aún tenemos una gran escasez de autoridades y ciudadanos que comprendan el valor del espacio público. Lejos de enrejar, encerrar y eliminar espacios para estar en la calle, la tendencia es abrir mucho más estos espacios, no para los autos, sino para la gente.
PUEDES VER: Playas urbanas: ¿realidad o sueño?
Los espacios públicos en las ciudades no solo son constituidos por monumentos y ornato para mirar sino para aprovecharlos al máximo en donde los ciudadanos pueden apropiarse de estos como si fueran una extensión de su hogar.
Recuero cuando fui gerente de participación vecinal en la Municipalidad de Miraflores y recibía constantemente pedidos como retirar las bancas de los parques porque “los que se sientan ahí no viven en Miraflores” o de “pedir el DNI al entrar a los parques a la gente sospechosa de no ser miraflorina”. Por supuesto que elegantemente despachaba a estos vecinos en el acto, algunas veces, no tan elegantemente.
Puede ser comprensible el malestar que pueda producirse ante la basura generada en parques y playas, pero las autoridades locales, bajo el concepto del buen vecino a la cabeza de una municipalidad, deben promover una educación ciudadana vecinal que desarrolle un mejor respeto a lo público y a los demás como miembros de una misma comunidad.
PUEDES VER: De muros y vergüenzas
No se trata entonces de responder a un “clamor popular” por más masivo que este pedido pueda ser si es que este va en contra de una política adecuada de gestión de la ciudad.
Gestionar ciudades es también una oportunidad para gestionar ciudadanía, pero si los tomadores de decisión no tienen esta lógica en la cabeza, solo queda que los líderes de opinión expertos en estos temas se hagan notar de manera categórica para ejercer la suficiente incidencia pública que garantice esta educación cívica a los que hoy están en el sillón municipal.
No podemos reconocernos como parte de una comunidad si no tenemos un espacio para encontrarnos, respetarnos y tolerarnos. Los espacios físicos son el primer paso para reconocer que los derechos de uno terminan donde empiezan los derechos de los demás, que es la lógica clave para convivir de manera civilizada.
PUEDES VER: ¿Piletas? ¿Para quién?, por Santiago Dammert”
La tendencia global de ciudades modernas es generar cada vez mayor cantidad de espacios públicos, pero aquí en el Perú hay una equivocada concepción de lo moderno o de “potencia mundial” con la privatización, con la concesión de espacios públicos que dejan de ser gratuitos cuando en realidad lo moderno está asociado con convivir civilizadamente.
Los espacios públicos son espacios de ejercicio de nuestros derechos y también de nuestros deberes. No contar con estos espacios nos reduce a vivir en nuestra argolla impidiendo conectar con nuestra ciudad y generar mayor identidad colectiva. Por ello, ir en contra de los espacios públicos, es también ir en contra de la oportunidad de generar cohesión social.
Hoy, en un contexto de hiperpolarización y fragmentación social, urge crear estos espacios con una intención deliberada de crear ciudadanía de modo que los ciudadanos empecemos a reconocer la importancia de lo público y de los valores democráticos que se cosechan ahí.
.