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Opinión

Un golpe repudiable, por Sinesio López

“El Congreso ha arrebatado al pueblo el derecho al referéndum y pretende autoerigirse en Asamblea Constituyente...”.

larepublica.pe
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En este mismo momento que termino de escribir esta columna, Castillo acaba de dar un inesperado y repudiable golpe de Estado, ha disuelto el Congreso, ha declarado el estado de excepción y ha decidido la reorganización de los poderes del Estado, de la JNJ y del TC como respuesta a otros tres golpes que se estaban produciendo: el del Congreso contra el presidente de la República, el de los tiburones contra los pirañitas y el del Congreso contra el pueblo soberano. El primero lo dirige la ultraderecha, acompañada por un sector del Poder Judicial y la JNJ y por los algunos tontos útiles del centro, el segundo está encabezado por los medios oligopólicos aliados con algunos sectores empresariales y el tercero está liderado también por el Congreso, acompañado por el TC, que quiere convertirse en Asamblea Constituyente.

El Congreso, desde el 2016, pretende instaurar una dictadura parlamentaria que elimine la división de poderes para convertirse en el gran elector del presidente. Ya lo hizo temporalmente en dos oportunidades. La primera, luego de la renuncia de PPK, Keiko Fujimori quiso gobernar desde el Congreso convirtiendo a Vizcarra en un pelele a su servicio. La segunda, luego de vacar a Vizcarra, el Congreso eliminó la división de poderes, nombró un presidente de la República que fue expulsado por la movilización de millones de ciudadanos. El Congreso eligió otro presidente –Sagasti– al que continuamente hostigaban y amenazaban con vacarlo.

Bien vistas las cosas, el Congreso, apelando a leguleyadas anticonstitucionales, ha venido lentamente produciendo un golpe contra el Ejecutivo, debilitando el mecanismo de equilibrio de poderes, eliminando el equilibrio mismo de poderes para transformar el presidencialismo parlamentarizado en un simple parlamentarismo sin pasar por una reforma constitucional. En nuestro país el parlamentarismo no funciona porque requiere un sólido sistema de partidos. Los fundamentos para este tercer intento de vacancia no son firmemente constitucionales, pero, gracias al TC, solo bastan 87 votos.

Los tiburones de la corrupción hoy aparecen como vírgenes impolutas y acusan a los pirañitas de serlo. Las élites que instauraron el modelo neoliberal y reintrodujeron el patrimonialismo, base de la corrupción, en la Constitución misma del 93 que definió al Estado subsidiario, al servicio del mercado y de los empresarios. Al mismo estilo de las élites oligárquicas, ellas creen que el Estado les pertenece y que son las únicas capaces de administrarlo. Dos de los presidentes más corruptos de la historia hicieron parte de la élite de los tiburones de la corrupción. El Congreso ha arrebatado al pueblo el derecho al referéndum y pretende autoerigirse en Asamblea Constituyente cambiando 52 artículos de la Constitución.

La situación es confusa tanto para los analistas como para los ciudadanos. Por mi parte, condeno el golpe de Estado producido y también los que se estaban produciendo.