A solo tres días de que llegue al país la misión de la OEA para constatar el pedido que le hizo el gobierno del presidente Pedro Castillo para que lo ayude a superar un golpe de estado en marcha que solo existe en la urgencia de una imaginación sustentada en la necesidad de eludir una grave acusación de corrupción, el premier Aníbal Torres planteó ayer una cuestión de confianza que es un embuste antidemocrático pues solicita algo que es improcedente pues no se puede reformar la constitución solo con un referéndum, sino que para ello se requiere, de manera indispensable, la participación del congreso de la república.
No lo hace, por supuesto, para mejorar la gobernabilidad en el país, sino con el objetivo evidente y descarado de avanzar hacia la disolución del congreso para provocar la caída del primer gabinete ministerial y, de paso, tratar de mejorar su posición ante la ciudadanía al tratar de venderle la falacia de que se le está impidiendo al pueblo el derecho a realizar un referéndum con el fin de establecer una asamblea constituyente que, de acuerdo a esta narrativa mentirosa del gobierno, solucionaría los problemas de los más pobres.
Eso es mentira, pero el desprestigio profundo del gobierno también impedirá que una idea tan absurda como esa pueda ser apoyada por más personas que la cuarta parte de la población que sigue aprobando a Castillo a pesar de las sólidas evidencias de corrupción de él, su familia y varios de sus ministros.
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El gobierno está avanzando en su plan de choque preparado por sus ministros, políticos, constitucionalistas, diplomáticos y juristas del ámbito regional. Este pedido de confianza no es más que otra expresión de que está dispuesto a todo con el fin de sobrevivir, pero no para hacer un mejor gobierno, sino para eludir una acusación constitucional sólida de la fiscalía de la nación por corrupción. Y, de paso, como se siguen constatando semana a semana, seguir asaltando al erario.
Ya es evidente que Castillo no tiene la menor voluntad de avanzar hacia un diálogo conducente a enfrentar una crisis que está destruyendo al país, y que pretende usar a la misión de la OEA que llega el domingo como biombo para sobrevivir a su ineptitud, mediocridad y corrupción. A ver si le creen.