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Opinión

‘Trabajar’ con Bernardo Roca Rey

La partida de un gran emprendedor periodístico.

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La partida de un gran emprendedor periodístico.

Bernardo Roca Rey (1944-2022) no podía vivir sin, al menos, un par de proyectos en gestación en los que se metía construyendo amistades, con buen humor y generosidad.

Fui muy afortunado de tener esa experiencia pues Bernardo me dio la gran oportunidad de dirigir Perú.21 desde su fundación, en 2002.

Nos conocíamos por haber hecho, desde Apoyo, algunos proyectos editoriales de los tantos tan exitosos que distribuía a través de El Comercio, y luego cuando, a fines de los 90, participé en Canal N en Rueda de Prensa con Mirko Lauer, Juan Paredes Castro, Fernando Rospigliosi y Santiago Pedraglio.

Pero fue desde 2002 cuando trabajamos de cerca en el proyecto Perú.21. ‘Trabajar’ con Bernardo era una experiencia singular. Por un lado, porque a él se le ocurría la idea, convocaba al equipo y luego se replegaba, dando toda la libertad para desarrollarlo con mucha independencia, pero siempre atento a la llamada SOS de cuando ocurría un problema que él podía resolver.

Cuando le dije que iba a demorarme más de la fecha pactada para entrar a Perú.21, pues dejar Apoyo después de más de dos décadas no era fácil, me dijo “me estás decepcionando, huevéame un poco, vas un día una hora, dejas tu saco en la silla, vuelves tres días después una hora más, y así vas llegando”.

Y cuando al inicio la venta iba baja, le dijo delante de mí a Alberto Cendra, el gerente del proyecto, “no le envíes las cifras de circulación a Augusto en los primeros seis meses”, y a mí me pidió que me dedicara a hacer el mejor periódico posible, sin angustia por la venta. “Hablamos de eso en medio año”.

Pero su labor principal, junto con Alejo Miró Quesada, que les costó bastante, fue lidiar internamente para que el equipo de Perú.21 tuviera la autonomía para desarrollarse. Lo único que me pedían era un buen diario, nunca el diario que pensara como ellos.

Por el otro lado, ‘trabajar’ con Bernardo era una experiencia singular, que siempre se hacía, hasta en las crisis, con buen humor, inteligencia, respeto.

Fui, como muchos periodistas, muy afortunado de haber trabajado con él. Fue un gran jefe que nunca parecía jefe sino el gran amigo que es lo que, en verdad, siempre fue. Muchas gracias, querido Bernardo.