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Opinión

Sombras de la segunda vuelta

En cuanto a su rival, los candidatos de la derecha tienen distintas fuerzas y resistencias.

larepublica.pe
En cuanto a su rival, los candidatos de la derecha tienen distintas fuerzas y resistencias.

Una conclusión evidente es que el peso de Pedro Castillo va a propiciar, incluso obligar a, un entendimiento en la derecha. Pero esta por sí sola no tiene una mayoría automática, como tampoco la tiene la izquierda. Los candidatos de la segunda vuelta se van a tener que salir del esquema ideológico que han representado hasta aquí.

Con la próxima elección polarizada, el camino hacia la victoria necesariamente pasa por entendimientos públicos con el centro-izquierda y el centro-derecha, alianzas a las que se verán obligados los dos candidatos. Para Castillo el modelo será Ollanta Humala 2011. Para su rival de derecha el modelo tendrá que ser Alan García 2006.

Humala 2011 optó por calmar al electorado apeándose de su radical hoja de ruta, subiendo a bordo la imagen moderada y democrática de Alejandro Toledo, acogiendo el patrocinio de Mario Vargas Llosa. En el 2006 García se fabricó un rival a la medida, al dedicarse a pintar a Humala con los colores del chavismo. En los dos casos funcionó.

Todavía no sabemos qué tipo de alianzas propondrá y logrará Castillo, si alguna. Pero su carrera política, que incluye una docena de años en el toledismo, y otros domicilios varios, sugiere que no estamos ante un político inflexible. Necesitará antes que nada desprenderse de la leyenda negra que lo acompaña desde hace algunos años.

En cuanto a su rival, los candidatos de la derecha tienen distintas fuerzas y resistencias. El más versátil parece ser Hernando de Soto, con un discurso fácil de ampliar hacia el centro. Rafael López Aliaga es una incógnita en este terreno, pues ha demostrado ser un derechista cuyo estilo e ideas muchos derechistas rechazan.

Hasta este momento el rival más probable es Keiko Fujimori, que llegó a la primera vuelta con el antivoto más alto y lo ha logrado superar. Su problema es un antifujimorismo que en un par de decenios se ha vuelto tradicional, y que le puede complicar las alianzas. Algunas encuestas ya la mostraban perdiendo ante Castillo.

Todo esto sugiere fuertemente que cada uno de los dos ganadores de la primera vuelta va a tener que cambiar mucho para imponerse en la segunda. Esa será, como nos dicen los especialistas, una elección totalmente distinta.