El ultimátum de 48 horas a las clínicas privadas de expropiarlas si no reducían los costos de atención de los pacientes del covid-19 que la salud pública no puede recibir, y que ha permitido un acuerdo que todavía debe finiquitarse hoy, solo constituye un adelanto del gran debate que se viene en el Perú sobre la redefinición de los roles del estado y del mercado.
Esto ocurre en estos días en la salud, pero sucederá en muchos otros ámbitos. Hace tres décadas se abrió un nuevo capítulo para devolverle al mercado un papel más importante en las decisiones y reconvertir el papel del estado de prestador directo de bienes y servicios en regulador de los mismos.
La pandemia ha profundizado las amplias brechas sociales en el país, y abierto la necesidad de un incremento del papel del estado, pero mientras algunos entienden que esto solo debe tener un carácter temporal mientras dure la emergencia, otros creen necesario un replanteo de más largo aliento.
El debate se realizará sobre los escombros de una pandemia que destroza al país –vidas, empleos, empresas, ilusiones, sueños–, en el que pesarán, en cada lado, posiciones ideológicas, con filias y fobias hacia los sectores público y privado, con el telón de fondo de los juicios y prejuicios de la ciudadanía hacia el estado y el mercado.
En esto último será relevante las percepciones de los sectores políticos y de la población, con el desprestigio en aumento de la empresa privada, la cual es vista por algunos como solo interesada en el lucro, que en los últimos años ha ganado mucho dinero, y frente a la cual crece un espíritu justiciero para que reduzca su papel y devuelva lo supuestamente mal ganado.
Lo curioso es que, junto con ello, esperan un crecimiento del estado para reemplazarlo en muchos asuntos, no obstante haber demostrado incapacidad para cumplir funciones básicas, como se ha evidenciado en la crisis C19, desde la oferta de medicinas hasta la incapacidad de atención hospitalaria.
La distribución de roles del estado y del mercado es un asunto crucial en la organización del país, y es peligroso hacer la reestructuración frente a las ruinas de la crisis de salud y de la economía por la pandemia, y las ambiciones desatadas por una elección.