En el corazón de América se halla uno de los fenómenos geológicos más impresionantes del mundo: el supervolcán de Yellowstone, en Estados Unidos. Su vasta caldera, formada tras erupciones catastróficas, permanece en un estado de latencia, generando fascinación y temor a partes iguales. Este coloso, con el potencial de alterar drásticamente nuestro planeta, es parte de estudio continuo por parte de científicos y vulcanólogos.
El supervolcán de Yellowstone no solo es enorme en su estructura física, sino además en su impacto potencial. Con erupciones pasadas que han marcado la historia geológica de la Tierra, este gigante dormido posee la capacidad de influir en el clima global y poner en jaque a la humanidad. Su estudio es crucial para comprender los riesgos volcánicos y prepararse para posibles escenarios futuros.
Especialistas estiman que el volcán de Yellowstone ha erupcionado en tres ocasiones. Foto: Servicio Geológico de EE. UU.
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Ubicado en el noroeste de los Estados Unidos, el supervolcán de Yellowstone forma parte del famoso Parque Nacional de Yellowstone. Su inmensa caldera mide aproximadamente 55 por 72 kilómetros, una impresionante huella de sus pasadas erupciones. Esta región, rica en géiseres y fuentes termales, es un claro indicio de la intensa actividad geotérmica que se esconde bajo su superficie.
Según especialistas, el volcán produce tanta energía que podría suministrar electricidad a todo el planeta hasta en dos ocasiones.
El volcán de Yellowstone está ubicado en el Parque Nacional de Yellowstone. Foto: NGM MAPS/ National Geographic
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De acuerdo con el medio National Geographic, la erupción del supervolcán de Yellowstone podría tener efectos catastróficos, no solo en América sino a nivel mundial. Esta liberaría enormes cantidades de ceniza y gases volcánicos en la atmósfera, provocando cambios climáticos severos y una posible "era volcánica". Además, la dispersión de cenizas afectaría gravemente a la agricultura, el transporte aéreo y la vida cotidiana, con posibles repercusiones globales en la seguridad alimentaria y la economía, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS por sus siglas en inglés).
Sin embargo, la misma USGS es clara en señalar que no es preciso señalar cuándo podría ocurrir su erupción o si es que alguna vez esta sucederá.
Yellowstone podría erupcionar dentro de miles de años. Foto: kwiktor
Una erupción del supervolcán de Yellowstone tendría consecuencias devastadoras para la vida silvestre y los ecosistemas en América. La liberación masiva de cenizas y gases volcánicos afectaría la calidad del aire, alteraría drásticamente el clima y reduciría la luz solar. Esto impactaría los patrones de crecimiento vegetal y los ciclos de agua, llevando a cambios significativos en los hábitats naturales. La fauna sufriría por la pérdida de alimento y hábitat, y las especies más vulnerables podrían enfrentar riesgos de extinción. La alteración de los ecosistemas también tendría efectos en cadena, perjudicando la biodiversidad y la interacción entre especies.
Ante la amenaza latente del supervolcán de Yellowstone, la NASA ha propuesto un plan audaz y vanguardista. Este consiste en instalar un sistema de refrigeración para extraer el calor del volcán. Para ello, se perforaría cerca de la caldera y se bombearía agua, que luego, al calentarse, podría ser utilizada para generar energía geotérmica. Este innovador método no solo ayudaría a enfriar el volcán gradualmente, sino que también proporcionaría una fuente de energía limpia y sostenible.
La probabilidad de una erupción del supervolcán de Yellowstone en el futuro cercano es considerada baja por los expertos. Los geólogos y vulcanólogos monitorean constantemente la actividad sísmica y geotérmica en la región, y hasta ahora, no han identificado señales que indiquen una erupción inminente.
Las erupciones de supervolcanes como Yellowstone son eventos extremadamente raros y espaciados por largos períodos de tiempo, por lo que, aunque es importante estar preparados y monitorear la actividad volcánica, la posibilidad de una erupción en un futuro cercano es generalmente considerada baja.