En el siglo XIX y XX, las sociedades occidentales se interesaron por exhibir a pobladores de lugares colonizados, quienes se convirtieron en una atracción de masas. “Eran enviados a París, New York, Londres o Berlín, como parte del placer de la multitud”, cuenta Michel Graulich en su libro “Moctezuma: apogeo y caída del imperio azteca”.
Vistos como algo pintoresco y primitivo, los nativos, sacados a la fuerza de sus respectivos lugares de origen, eran expuestos al escarnio público. Mientras, por el otro lado, familias enteras de la burguesía y la aristocracia pagaban una entrada para asistir a un espectáculo étnico a gran escala.
Hoy en día es considerada por muchos como el epítome de la explotación y el racismo colonial, de la cosificación y ridiculización de los africanos. Fuente: P. Blanchard / Colección ACHAC / CNRS grupo de investigación
Según cronistas españoles como Antonio Solís y Rivadeneyra (1610-1686), además de aves y fieras, en México crearían lo que se conoce como el zoológico de Moctezuma. Era sabido que en este habitaban los bufones y otros empleados que servían para el entretenimiento del rey.
Como indica la información difundida por estos estudiosos, este zoológico albergaba enanos, jorobados y “otros errores de la naturaleza".
Aldeas completas eran traídas de lugares lejanos hasta occidente, explicó la BBC. Según un documental realizado por la cadena internacional alemana Deutsche Welle, entre 1810 y 1940, cerca de 35.000 personas fueron exhibidas en Europa, Japón y Estados Unidos.
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La exhibición humana incluía, a veces, la reproducción de las aldeas de los nativos. Niños, mujeres y hombres eran exhibidos como animales exóticos para legitimar la “jerarquía de razas”. Así se fue creando un sentido del “Otro”, en referencia a los pueblos extranjeros, lo que ayudó a legitimar la dominación colonial.
Una de las personas que estuvo exhibida fue la sudafricana Saartjie Baartman, conocida como la ‘Venus hotentote’. Se estima que nació en 1780 y fue raptada en 1810, para ser llevada a Londres y exhibida como objeto exótico.
Cuando fue perdiendo su atractivo en Londres, fue enviada a París para ser analizada por antropólogos. En un catálogo de una exposición, uno de esos científicos la describió afirmando que tenía “nalgas de mandril”.
La sudafricana Saartjie Baartman, conocida como la “Venus Hotentote”. Foto: Science Photo Library
A la cruel posesión de pobladores de otras tierras, cuya apariencia y costumbres eran diferentes a las europeas, se incluyó la grotesca exhibición de personas nacidas con alguna alteración física.
La BBC detalla que estas exhibiciones etnográficas se extinguieron después de la Segunda Guerra Mundial. Curiosamente, fue Adolf Hitler quien primero los prohibió.
Para la Exposición Internacional y Universal de Bruselas de 1958, una celebración de 200 días de los avances sociales, culturales y tecnológicos de la posguerra se instaló en un pueblo “típico”, donde los espectadores observaban a congoleños, a menudo entre burlas.
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“Si no reaccionaban, les tiraban monedas o plátanos por la reja de bambú”, escribió un periodista de la época.
Tras décadas de sufrimiento y explotación, este fue el último de la historia. Sin embargo, dejó graves secuelas en la concepción de lo no occidental, jugando un papel importante en el desarrollo del racismo moderno.
Su desaparición, a pesar de su crueldad, se dio debido a que se crearon otras maneras de entretenimiento y no por una lucha social que lo prohibiera, quedando marcado en la historia como hechos violentos hacia personas indefensas.