Una pareja argentina fue condenada en Brasil a penas de entre 34 y 37 años de cárcel por la tortura y asesinato de su hijo, un niño de 3 años de edad. La progenitora del menor se escapó del penal de Santo Antonio Do Sudoeste, donde cumplía la prisión preventiva desde el mes de octubre.
Según el medio Clarín, el juicio contra la pareja se realizó el jueves 16 de diciembre en la localidad brasileña de Barracao; en tanto, el fallo se conoció en la madrugada del viernes 17.
Los jueces decidieron darle la pena más elevada al padrastro, identificado como Paulo Hernán Alvez, de 25 años: 37 años y dos meses de prisión, en un régimen penitenciario cerrado. La madre del menor, identificada como Fernanda Fidelina Vázquez, de 24 años, recibió una pena de 34 años, dos meses y dos días de cárcel.
Hace un tiempo, la pareja que residía en la provincia argentina de Misiones, les comunicó a los abuelos paternos del niño que se iban a radicar en la localidad de Pozo Azul, pero desaparecieron sin dejar rastros.
La familia recién tuvo noticias en abril del año pasado, cuando el pequeño fue trasladado desde la localidad brasileña de Bom Jesús al Hospital de Barracao, en la frontera con Argentina, con graves heridas en su cuerpo.
En ese momento, la mujer y su pareja dijeron en el hospital que el pequeño había sufrido un accidente doméstico, en el que su cabeza se golpeó en la cabecera de una cama. Sin embargo, los médicos se dieron cuenta de que sus lesiones no correspondían a una caída.
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La autopsia reveló que el pequeño murió a causa de un traumatismo de cráneo y una hemorragia abdominal aguda tras ser víctima de constantes golpizas, malos tratos y una deficiente atención por parte de la pareja. Además, presentaba numerosos hematomas en todo el cuerpo.
La acusada buscó culpar a su pareja al decir que Alvez solía agredir al pequeño por cualquier motivo, incluso cuando lloraba porque tenía hambre. Por su parte, el hombre confesó que solía “perder la cabeza” y lo golpeaba. Asimismo, agregó que la madre también ejercía violencia contra el menor.
Desde la Fiscalía señalaron que el niño sufría diversas formas de castigo: entre ellas mordidas, patadas y golpes de puño.
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El condenado que trabajaba en el reparto de diarios, contó que el día que el niño ingresó al hospital, cerca del mediodía, lo había golpeado al verlo revolviendo productos fitosanitarios. Según confesó, le dio varios golpes en la zona abdominal y el pecho.
El menor comenzó a vomitar y sus mareos fueron constantes. Luego lo ducharon para reanimarlo, pero su situación empeoró. Cuando presentaba dificultades para respirar, la pareja decidió llevarlo al hospital, pero este llegó sin vida.