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FARC reconoció seis crímenes de 1995: el asesinato de un excandidato presidencial

La carta de la exorganización guerrillera sorprendió a Colombia luego de creer por muchos años que el ataque a Álvaro Gómez fue por parte de políticos y narcotraficantes.

larepublica.pe
Álvaro Gómez, excandidato presidencial de Colombia. Foto: El Espectador

La exguerrilla FARC reconoció su responsabilidad en seis sonados crímenes de 1995, incluido el magnicidio del excandidato presidencial conservador Álvaro Gómez en Bogotá, según una carta que enviaron los antiguos rebeldes a la Justicia de Paz.

En un comunicado difundido el sábado 3 de octubre, el tribunal que investiga los peores delitos cometidos durante el conflicto colombiano dijo que la otrora organización armada ofreció en la misiva “aportar verdad, esclarecer los hechos ocurridos y asumir tempranamente la responsabilidad” en varios casos.

Uno de ellos es el magnicidio de Álvaro Gómez. Además, los asesinatos del general retirado del ejército Fernando Landázabal, en 1998, y del exconsejero de paz Jesús Antonio Bejarano en 1999 también habrían sido cometidos por esa agrupación.

El anuncio causó sorpresa y revuelo en un país que por muchos años creyó que detrás del ataque contra Gómez, uno de los principales dirigentes conservadores del siglo XX, estuvieron políticos rivales aliados con militares y narcotraficantes.

La justicia declaró el caso como “crimen de lesa humanidad” para evitar que prescribiera la investigación hasta encontrar a los responsables.

La explosiva carta de la exguerrilla fue recibida por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) el 30 de septiembre, y está firmada por los excomandantes rebeldes Julián Gallo, Pastor Alape y Pablo Catatumbo.

Gallo y Catatumbo representan a la antigua guerrilla en el Congreso colombiano, en escaños que asumieron como parte de los acuerdos de paz de 2016 que terminaron con un conflicto de casi seis décadas.

La que fuera la organización rebelde dejó las armas y se convirtió en partido político, a cambio de someterse a la JEP.

Los comandantes que confiesen sus crímenes y reparen a sus víctimas recibirán penas alternativas a la prisión. Si incumplen con sus compromisos se exponen a penas de hasta 20 años de cárcel.

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