Solo bastó un mínimo descuido para que el coronavirus ingresara al organismo de Madhvi Aya, una enfermera de 61 años, y acabe con su vida en un hospital de Nueva York, Estados Unidos. Durante semanas combatió la enfermedad, pero lejos de su familia que no la vio partir.
En las primeras semanas de marzo, la profesional estaba en la primera línea de batalla en contra de la COVID-19. Recibía pacientes con diferentes síntomas, ordenaba test y disponía de los tratamientos primarios hasta derivarlos a un médico. Era casi inevitable su contagio.
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Al poco tiempo la enfermera se convirtió en una víctima más del coronavirus, y permaneció tendida en una cama en el Woodhull Medical Center durante un mes. Sabía perfectamente lo que el virus estaba haciéndole a sus órganos, músculos y humanidad.
Madhvi es madre de una joven de 18 años (Minnoli) y esposa de Raj, con quien se mudó a los Estados Unidos en 1994 de su natal India. La familia vivía en Long Island, pero sentían impotencia de no poder ir a visitarla debido a la cuarentena por el coronavirus.
Por tal motivo, la enfermera los mantenía informados con mensajes que enviaba desde su teléfono. En ellos les describe los profundos dolores de pecho que tenía. “No mejoro del modo en que debería”, le escribió a su esposo el 23 de marzo, según The New York Times.
El hospital Woodhull Medical Center, donde la enfermera pasó las últimas horas de su familia. (Foto: Reuters)
La profesional de salud pasó el último mes de agonía en soledad, en una cama aislada en el cual trabajó por décadas. De pronto sus mensajes de WhatsApp no eran tan frecuentes. Su familia desesperada sabía que era un claro signo que los medicamentos no funcionaban y que su vida se apagaba.
Minnoli le escribió a su madre el 25 de marzo, llena de energía, pero con el corazón roto: “¡Buen día, mami! ¡Es un nuevo día! Todavía estoy rezando para que vuelvas a casa y a mí a salvo. Necesito a mi mami. Necesito que vuelvas a mí. Tú eres la única que me entiende o trata de entenderme. Y no puedo vivir sin ti. Ninguno de nosotros puede vivir sin ti. Confío en ti, por favor, defiéndete. No te rindas porque yo no me rindo. Tú eres muy fuerte, mami. Te amo mucho más de lo que puedas imaginar”.
Casi de inmediato Minnoli, la enfermera le respondió a su hija: “Te amo, Mamá volverá”. Horas después, su corazón no resistió y murió.
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La dolorosa muerte de Minnoli es uno de los cientos y miles de casos alrededor del mundo de profesionales de la salud que perecen en el intento de salvar vidas. “Ella siempre estaba allí para nosotros, por cualquier cosa que necesitáramos. Pero cuando se enfermó ninguno de nosotros estuvo a su lado”, se lamentó su esposo Raj.