Násara iahdih Said es una joven musulmana de 26 años que nació en los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia), donde vive gran parte de la población sarahui desde que los ciudadanos fueron expulsados de sus tierras. A los 14 años, como tantos otros, huyó de su pueblo y se refugió en España.
Desde que esta joven activista feminista se rebeló y empezó a cuestionar todo lo que estaba a su alrededor, principalmente, al sistema islámico con el que creció, ha tenido que afrontar amenazas, insultos y muchas agresiones.
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No ha sido una tarea fácil para Násara el cuestionar el rol subordinado de la mujer en la sociedad islámica, cuya cultura invisibiliza, oprime y castiga a la población femenina por ser quienes son. “Ponerme las gafas moradas me hizo entender el mundo que me rodea, mis represiones, mis ansiedades y mis complejos. Entendí esa escala de opresión que existe sobre mi persona”, declara la joven feminista al diario Público.
Su lucha diaria es valiente y peligrosa. También es consciente de las fuertes consecuencias que involucra este proceso. Ella no es la única, pues en los últimos años, cada vez son más las mujeres musulmanas que buscan hacerle frente al patriarcado islámico. Según la Fundación contra los Crímenes de Honor, más de 10.000 mujeres son asesinadas al año por esta razón.
El deshonor es lo que más temen las mujeres en el sistema islámico. Para no vivir bajo este estigma, ellas se ven obligadas a cumplir con conductas morales totalmente restrictivas e intransigentes. “Tenemos más miedo al deshonor que a la cárcel”, sostiene la ciudadana sarahui.
musulmana
Para Násara es importante saber diferenciar el feminismo secular—movimiento al que ella pertenece— del feminismo islámico. El primero es laico y lucha por los derechos de las mujeres sin tener en cuenta la religión que una profesa. “Las feministas seculares nos jugamos la vida por exigir nuestros derechos, por enfrentarnos al patriarcado islámico”, sentencia.
En cambio, según señala la joven de 26 años, el feminismo islámico es “un movimiento que pide permiso para poder interpretar su libro sagrado y, en él, buscar una posibilidad de que se otorgue derechos y libertades a las mujeres”. Por eso, la lucha de la joven feminista va mucho más allá: va por combatir todas las capas opresoras del sistema patriarcal y machista en que se rige el islamismo.
“A las feministas seculares no nos importa que el Corán no reconozca nuestros derechos; nosotras no dialogamos con el Tribunal Social Islámico, directamente lo combatimos para derribar su misoginia”, enfatiza.
Finalmente, Násara iahdih Said hace hincapié en que esta lucha no es contra una persona en especial, sino contra el propio sistema que invisibiliza y limita a las mujeres a cumplir con sus totales derechos.