La crisis multidimensional del Covid-19 puso en evidencia la fragilidad para organizar los cuidados en nuestro país. Este trabajo invisible que realizan alrededor de 5 millones de peruanos y peruanas es fundamental para garantizar el bienestar de las familias y generar cadenas de valor económico.
Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 67% de las personas que se dedican al trabajo de cuidados no reciben ninguna remuneración. De este grupo, 86% son mujeres y 14% son hombres, lo cual desnuda una desigual distribución de estas labores.
Si a este diagnóstico le añadimos que más de 2,7 millones de mujeres no logran conseguir trabajo porque se encargan de realizar actividades de cuidado a tiempo completo, esta problemática cobra mayor relevancia. Más aún, cuando existe una deuda histórica en el reconocimiento y valoración del aporte de millones de mujeres.
“Tenemos que organizar de manera diferente esta división del trabajo y redistribuirla más equitativamente. Esto implica a la familia, la comunidad, el sector privado y el Estado, que tiene un rol importante en asegurar la provisión de servicios de cuidado, así como su financiamiento e implementación con estándares de calidad”, explicó a este medio Rocío Valencia, Coordinadora del Proyecto “Abriendo Puertas” de la OIT.
De igual forma, refirió que las mujeres destinan un mayor tiempo que los hombres a las labores de cuidado. Esto se grafica de la siguiente forma: mientras ellas dedican 7,5 horas diarias (equivalente al 94% de una jornada laboral completa), los varones solo emplean 3,7 horas, es decir, el 46% de su tiempo de trabajo. Dicha brecha afecta el acceso de las mujeres a las actividades remuneradas y les otorga una menor calidad de empleo.
Según ONU Mujeres, en algunos países, el valor monetario del trabajo no remunerado de las mujeres se ubica por encima del 40% del Producto Bruto Interno (PBI). En el caso de Perú, la OIT señala que, si se valorara las labores de cuidado impagas, tendrían un aporte económico de más de S/200.000 millones, lo cual equivale a entre el 22,6% y 23,4% del PBI en 2021.
En ese horizonte, uno de los principales desafíos que afronta el Estado peruano es invertir en la economía del cuidado para generar empleo digno, aumentar la productividad, fortalecer las capacidades humanas y contribuir a la igualdad de género. En opinión de la investigadora de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos Tamia Lavado, las manzanas del cuidado en Bogotá son un claro ejemplo de cómo una ciudad puede ayudar a reducir la carga de trabajo de los cuidadores y crear oportunidades laborales.
“El sistema de manzanas del cuidado de Bogotá ofrece servicios en centros regionales a quienes cuidan y a los cuidadores, fomentan la autonomía de las mujeres y brindan talleres de capacitación para insertarse al mercado laboral. Esta es una muestra de que la voluntad política te permite afianzar una propuesta territorial en un Sistema Nacional de Cuidados”, manifestó.
Si un modelo que promueva políticas y servicios integrales de cuidado se aplicara en el Perú, su financiamiento equivaldría entre 0,8% y 1,3% del PBI. Bajo esta estimación compartida por la economista, se podrían cerrar brechas de desigualdad en primera infancia y en adultos mayores, teniendo en cuenta el cambio demográfico que afronta la región.
En abril de este año, la Comisión de la Mujer y Familia que preside la congresista de Renovación Popular, Milagros Jáuregui, archivó un dictamen que reunía cuatro proyectos de ley para reconocer el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado con igualdad de género. En su lugar, este grupo de trabajo aprobó un recortado texto sustitutorio sobre la base de dos iniciativas que reconocen a las personas que brindan atenciones a familiares dependientes y les otorga beneficios.
Para Leddy Mozombite, secretaria general de la Federación Nacional de Trabajadoras del Hogar, las decisiones del Parlamento afectan la autonomía de las mujeres y comprueban la falta de voluntad política para mejorar la calidad de los servicios de cuidado. “Hay un desconocimiento del Congreso acerca de la importancia del rol de articulación que tendría el Sistema Nacional de Cuidados. Los cuidados sostienen la vida y la economía del país”, enfatizó la también integrante de la Red de Organizaciones por el Derecho al Cuidado.
Ante el cambio de la pirámide poblacional, Rocío Valencia de la OIT sostiene la importancia de que el Poder Ejecutivo realice estudios para reducir las brechas entre oferta y demanda, que se encargue de proveer, financiar y regular los cuidados, así como de proporcionar un marco efectivo para desarrollar estrategias integradas que garanticen el trabajo decente de quienes realizan estas labores.
“Desde la OIT consideramos importante promover políticas de cuidado transformadoras que incluyan la implementación de licencias, la ratificación de normas internacionales vinculadas a derechos laborales, servicios de cuidado infantil para adultos mayores y personas con discapacidad. Además, se debe garantizar un trabajo decente a las personas trabajadoras del cuidado, quienes deben tener formación, una certificación de competencias y estar debidamente pagados”, sentenció.