El economista Luis Arias Minaya afirmó en "LR Economía", programa de La República, que los agentes económicos requieren de una fecha de elecciones para reducir la incertidumbre y así tengan una idea clara de hacia dónde vamos. Además, dijo que la inversión pública en los gobiernos regionales y locales aún no arranca y que, de no corregirse, el crecimiento en el primer trimestre va a ser muy malo.
—El 73% de los encuestados por del IEP (Instituto de Estudios Peruanos) responden que las elecciones deben ser este 2023. Pero también un 89% desaprueba el desempeño del Congreso, mientras un 76% desaprueba la gestión de la presidenta Dina Boluarte. ¿Qué lectura tiene de estas cifras?
—En primer lugar, déjame decir que el Perú está viviendo los momentos más dramáticos de nuestra histórica contemporánea.
—Muy difíciles…
—60 muertos es algo que tenemos todos los peruanos que lamentar. Mis condolencias con las familias. Ya habíamos pasado por una situación de pandemia y allí tuvimos el triste récord de la economía que había caído más, el país con más número de muertos. Y sobre esa crisis enorme, ahora tenemos esta crisis política y crisis social que ha llegado a su punto más alto.
—Nunca en mi vida había visto una situación así. Obviamente, la situación de violencia durante la época del terrorismo fue atroz, terrible, pero estamos en otro momento.
—Así es...
—Sin embargo, en una situación de conflictividad, de protestas, de gente en la calle que exige la renuncia de la presidenta y adelanto de elecciones, no lo había visto antes. Es una situación en la que se tiene que extender el abrazo, el apoyo y la solidaridad a las familias que perdieron a sus seres queridos. ¿Cómo impacta todo esto en la economía?
—Quiero señalar primero un tema de contexto económico y obviamente político. La economía peruana, luego de haber sido considerado el milagro macroeconómico de América Latina, entró en un proceso de desaceleración económica en el año 2014, que más o menos coincide con el fin del boom de los commodities. Ya desde el 2014 la economía empieza a crecer 3% en promedio durante los últimos ocho años. Tuvimos la gran recesión del 2020 por la pandemia y luego el rebote, pero si excluimos esos dos años y se mira las estadísticas, la economía ya venía creciendo a tasas muy bajas, alrededor de 3%. A esta desaceleración económica por problemas de productividad, por problemas de ausencia de reformas, se le añade la crisis política que empieza en el 2016 y en adelante el país ha tenido seis presidentes.
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—Y un Congreso que desatendió la voluntad popular, mirando las cifras de la economía, un Congreso que no hizo nada para revertirlo…
—Efectivamente. Los Congresos no suelen ser muy apreciados por la población luego de cierto tiempo, por eso es que se requiere de reformas para que los Congresos se renueven periódicamente y no como aquí que votamos una vez y cinco años después volvemos a elegir. Vivimos desde el 2016 y antes en el 2014 una desaceleración económica combinada con tensión política. Entonces, seis años de tensión política tiene impacto evidente en la economía porque, para empezar, el Estado no funciona como debería en una situación de estabilidad. Esa tensión política, de tener seis presidentes, decenas de ministros, decenas de funcionarios en los más altos cargos de la administración pública, definitivamente afecta al funcionamiento del Estado. En este contexto, en este clímax de tensión política, hay impacto en la economía, sobre la inflación, sobre la producción, sobre la inversión privada, también sobre el consumo privado, sobre el gasto público, sobre las exportaciones.
—¿Si en el Congreso no se ponen de acuerdo para un adelanto de elecciones, qué salida tenemos?
—En este contexto de alta incertidumbre, lo mejor sería que se empiece a ver señales de que el camino de salida, que la luz al final del túnel, lo empecemos a ver. Y eso significa, en la actual circunstancia, tener una fecha cierta de elecciones. Desde el punto de vista económico, la fecha que fuere, abril del 2024, diciembre del 2023 u octubre del 2023. Necesitamos tener fecha cierta de elecciones para reducir la incertidumbre, para que los agentes económicos tengan una idea clara de hacia dónde vamos. Lo peor que nos puede pasar, viendo el impacto económico y también el problema político y social en las calles, es que no tengamos una fecha cierta de elecciones. Debe ser lo más pronto posible.
—¿La renuncia de la presidenta es la salida más rápida a toda esta crisis sociopolítica?
—Si el Congreso de la República sigue dando muestras de que no tiene capacidad para ponerse de acuerdo, sigue dando muestras que las opciones extremistas, como las de izquierda, que plantean en este momento, como una suerte de chantaje, una asamblea constituyente; o las de derecha más extrema, que dicen: "Queremos hacer reformas a nuestra medida, reformas con nuestras autoridades electorales que nosotros designemos". Si esas posiciones extremas siguen imponiéndose, entonces no va a haber fecha cierta de elecciones. En esa circunstancia, hemos escuchado a la presidenta Dina Boluarte decir que, si no lo aprueban hoy día, va a enviar un proyecto de ley para que las elecciones sean en octubre. Eso es alargar más. Pero si el Congreso no se pone de acuerdo, la única salida desde el punto de vista político es la renuncia de la presidenta para propiciar elecciones generales lo más pronto posible.
—Hay quienes dicen que la presidenta, al momento de dar sus mensajes, le echa más gasolina al fuego y, en vez de aplacar la indignación, la alienta. ¿Cuál es su parecer?
—Ni el Congreso ni el Poder Ejecutivo están dando señales de que deseen salir de esta crisis lo más antes posible. Creo que nuestro sistema político ha colapsado y, frente a ese colapso, nuestros líderes políticos, si es que los tenemos, tienen que dar muestras de que tienen capacidad de diálogo, de que se sientan en una mesa y la fecha de elecciones sea definida y que las reformas, si alguna puede haber en este momento, sean definidas en una reunión de Consejo de Estado y se pongan de acuerdo y vayamos a una sesión del Congreso en la que rápidamente se materialicen los acuerdos. Eso no está pasando, no está ocurriendo.
—¿Y en este contexto la economía peruana podrá estirarse más, podrá soportar más, tanto vaivén, tanto pugilato, tanta crisis sociopolítica?
—La economía peruana ha dado muestras de una altísima resiliencia. Pese a todos los problemas sociales, políticos, que estamos viendo, la economía peruana ha seguido creciendo. A tasas bajas, es verdad, pero ha seguido creciendo. Si bien es cierto, la economía mundial se ha desacelerado, los peruanos hemos tenido la suerte de que el precio de los minerales esté en picos históricos. El precio del cobre está nuevamente arriba de 4 dólares la libra, el precio del oro está en US$1.800 la onza. Eso es bien positivo para la economía peruana porque genera ingresos. Eso está provocando que nuestras finanzas públicas estén más sólidas que nunca. Si no hubiéramos tenido esta circunstancia de buenos precios de los metales, ya la economía peruana habría tocado fondo, pero no nos podemos seguir confiando en que esa fortuna nos va a seguir acompañando. Tarde o temprano, toda esta crisis que observamos va a verse con un mayor impacto en la producción, en la demanda; sin embargo, todo este caos social, todas estas protestas, impactan actualmente sobre los precios. La inflación está demorando en reducirse como el Banco Central de Reserva habría esperado y esto tiene impactos negativos sobre la población.
—Y hablando de impactos mineros. La minera Las Bambas anunció que podría cerrar si se mantienen las protestas, ese cierre de carreteras y de vías, porque necesitan insumos y además sacar el mineral. ¿Qué hacer?
—La actual crisis impacta en la economía en tres vías. Primero, sobre la inflación. Segundo, el bloqueo de carreteras impacta directamente sobre la producción en el caso del turismo, minería. Y ya, Las Bambas ya hizo ese anuncio. Y tercero, también está impactando sobre la demanda agregada de la economía. Hay menos inversión privada, hay menos gasto público, entonces ya hay una crisis que, si su duración se sigue extendiendo, el impacto va a ser cada vez mayor.
—¿Se puede cuantificar las pérdidas debido a esta situación tan compleja en el país?
—Hay cuantificaciones que los organismos oficiales han realizado. Obviamente, son cuantificaciones sobre pérdida de ventas en el corto plazo, sobre disminuciones en la producción. Se ha estimado que son más de US$2.000 millones, que es lo que se estaría perdiendo. También se está perdiendo en infraestructura, todo esto tiene una cuantificación; sin embargo, lo que considero más importante es que se está afectando el crecimiento potencial, el crecimiento de mediano plazo de la economía, ¿y eso qué significa? Que si la economía peruana en los próximos años va a seguir creciendo ya no 3%, que era un crecimiento mediocre, sino alrededor de 2% o menos del 2% como algunos bancos ya están estimando, con esas tasas de crecimiento: primero, no se genera el empleo necesario y eso impacta muy seriamente en las familias; segundo, la tasa de pobreza que ha retrocedido por efecto de la pandemia se va a mantener en niveles elevados, en niveles del 26%. Eso significa haber retrocedido 10 años en materia de reducción de la pobreza; entonces, eso agudiza más los problemas de conflicto social y evidentemente va a impactar en el crecimiento de mediano plazo de la economía.
—El ministro de Economía y Finanzas, Álex Contreras, anunció recientemente un plan llamado “Con punche Perú” para inyectar a la economía S/5.900 millones. ¿Esto es suficiente en un marco tan complicado social y políticamente en el país?
—Creo que el ministro, que es una persona calificada, que proviene de las canteras del Banco Central de Reserva, realmente la tiene bien difícil. En la actual circunstancia, ser ministro de Economía, con los problemas que estamos describiendo, es bien difícil. El plan “Con punche Perú”, que si bien es cierto está en la dirección adecuada, es insuficiente. No resuelve los problemas, pone énfasis en la inversión pública, es verdad, pero en enero los resultados de la inversión pública hasta hoy son bastante malos. La inversión pública en gobiernos locales y regionales no ha logrado arrancar ni siquiera. Y si esa situación no se corrige, el resultado de crecimiento del primer trimestre de la economía va a ser muy malo.
—En su momento, el exministro de Economía Kurt Burneo dijo que si no se crece a tasas por encima de 5% no se va a poder dar empleo a los más de 300.000 jóvenes que cada año se insertan en el mercado laboral. ¿Cómo retomar esa senda de crecimiento? Obviamente, primero poner la casa en orden y las cosas claras en el ámbito social y político para poder encaminar cualquier decisión de política económica hacia futuro. ¿Cuáles serían sus cinco principales recomendaciones en ese sentido?
—Como bien señalas, en primer lugar, hay que salir de este hoyo. Si no salimos de este hoyo, no se puede hacer absolutamente nada. Salir del hoyo significa que haya una fecha cierta de elecciones, significa que podamos encontrar una cierta estabilidad social en el país. Entonces nos encaminaríamos ya a un nuevo proceso de elecciones. El gran debate va a estar en lo que puedan ofertar los candidatos en ese proceso de elecciones. Yo creo que el tema central en ese debate va a ser las propuestas de reformas no solo en lo político, sino también en lo económico y fundamentalmente reformas en lo social. Es verdad que el modelo económico peruano tuvo éxito en que la economía crezca, pero ya vimos que eso ya se agotó.
—Además, es inequitativo, no hay equidad.
—Por esto tenemos que buscar que sea un crecimiento sostenido de la economía con mayor equidad. Y subrayo con una mayor equidad, porque también es verdad que ese crecimiento logró reducir la pobreza, logró reducir la desigualdad, pero esa reducción de la pobreza y la desigualdad fue insuficiente. Eso quiere decir que necesitamos reformas. ¿Qué reformas? Reformas en el mercado laboral, reformas que generen mayor competencia en la economía peruana para mejorar la productividad; y, en tercer lugar, pero no menos importante, reformas en lo social. Necesitamos asegurar que toda la población peruana, principalmente los más pobres, tengan derechos básicos asegurados, servicios en salud, educación, un pilar social de una pensión, agua y vivienda. Eso va a costar. Hay que dimensionar el costo de esas reformas y como financiarlas.
—¿Qué recomendaciones les daría a las familias respecto a su economía?
—Es muy difícil recomendar a las familias, qué hacer en esta situación de crisis. Reitero mi solidaridad y mis condolencias por los muertos. Invoco a que este uso de la violencia de ambos lados sea depuesta y, en esta circunstancia, hay que optimizar el gasto todo lo que sea posible, no endeudarnos, ahorrar en lo que se pueda y mucha solidaridad. Y en esto tiene un rol importante el Estado que tiene que dar más recursos a las ollas comunes, dar más recursos para la infraestructura educativa cuando en marzo empiezan los colegios. Estas serían mis recomendaciones en lo inmediato.
Puede ver la entrevista en el siguiente link: Luis Alberto Arias Minaya en LR+ Economía