A fines de marzo finaliza la vigencia del Fondo de Apoyo Empresarial al Sector Agrario (FAE Agro), programa crediticio con garantía estatal que en casi un año y medio de creación solo ha logrado alcanzar al 4% de los 270.000 productores que se esperaba beneficiar.
Y es que, según datos de Cofide, a través del programa se brindó financiamiento apenas a 11.300 productores agropecuarios. Incluso, a nivel sectorial, este número de beneficiarios solo representa el 0,51% del total de 2,2 millones de agricultores que hay en el país.
Pero, ¿cuáles son los factores que llevaron al fracaso del programa? Según los especialistas y representantes del sector consultados por este diario, el principal problema fue que se implementó el FAE Agro copiando el modelo del Reactiva Perú, cuando el tratamiento debió ser especializado, ya que el sector agrícola es un rubro particular donde las ventas no son diarias ni mensuales, sino que se manejan por campañas trimestrales o semestrales.
Oswaldo Seminario, productor de legumbres en Piura, señaló que piden muchos requisitos, como títulos de propiedad, los cuales la mayoría de pequeños agricultores no tienen porque trabajan en tierras heredadas por varias generaciones. “Generalmente no tienen porque son herencia, es complicada la documentación, para un pequeño agricultor no funciona, solo las grandes lo cumplen”, apuntó.
Por su parte, Clímaco Cárdenas, presidente de Conveagro, señaló que la mayoría de entidades financieras piden ser clientes para poder darles crédito del FAE Agro. “Y eso es difícil porque en el sector menos del 9% tiene acceso al crédito en el sistema financiero”.
En tanto, Jorge Delgado, presidente de Asociación de Instituciones de Microfinanzas del Perú (Asomif), señaló que hay poca información del sector, lo cual impide a que las microfinancieras ejecuten planes de expansión e inclusión financiera al sector.
Delgado agregó que al momento de sustentar sus ingresos los pequeños agricultores tienen poco margen de ganancia
Tanto Clímaco Cárdenas como Oswaldo Seminario enfatizaron que en el campo se necesita una respuesta inmediata, con lo que el acceso a financiamiento debe ser oportuno, porque se rigen de acuerdo a factores climáticos “que no esperan”.
Aunque la vigencia del FAE Agro vence a fines de este mes, no ha habido novedades de si se volverá a ampliar el plazo. Ya que desde hace 7 meses no se ha convocado nuevas subastas; es decir, el programa ha quedado estancado.
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Seminario señaló que en el caso del norte la cosecha será entre mayo a junio, por lo que sería conveniente recibir financiamiento; no obstante, enfatizó que esperan que se hagan ajustes más cercanos a los pequeños productores. “Pedimos que sea un trámite menos engorroso, y en tanto que el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) impulse a que todos tengan título de propiedad”, acotó.
Al respecto, Gerardo Freiberg, exgerente general de Cofide explicó se lograra otros mecanismos justificables en que la entidad va a poder resarcir costos frente a un retraso en el pago, ya se podría prescindir de garantías adicionales como títulos de propiedad y los otros requisitos que hacen inaccesible los créditos a los pequeños agricultores.
En esa línea, comentó que hace un año en Cofide se estaba elaborando una propuesta de un modelo diferente al FAE-Agro, con un capital semilla para impulsar los créditos en el sector, que contemplaba las características naturales de financiamiento y traslado del costo de dinero, y cuyo fondo cubría los riesgos.
“En lugar de castigar al agricultor que por algún motivo tuvo un inconveniente, buscaba cómo amortiguar el efecto sin perjudicar a la entidad financiera que asume el costo”, detalló.
Agregó que las tasas podrían ser entre 10% a 12%, si se generara un mecanismo que se reduzca el riesgo de la morosidad. “La morosidad no necesariamente es pérdida, la morosidad es que se demoraron en pagar, pero si tú incrementas la tasa de alguna manera estás forzando a que la pérdida se produzca porque le dificultas el pago”, acotó.