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Domingo

El coloso del desierto

El Perucetus Colossus es una ballena que vivio hace 39 millones de años y que con sus casi 200 toneladas es, según los científicos, el animal más pesado que ha habitado la tierra. Domingo habló con Mario Urbina, su descubridor, y esta es la historia de esa búsqueda y hallazgo.

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"En el desierto, cuando hay viento no se puede trabajar, no se puede comer, no se puede ni abrir los ojos. Te ciega”, cuenta el paleontólogo. Ilustración: Museo de Historia Natural- UNMSM

Era un día de 2013 y Mario Urbina se encontraba en el interior de un vechículo que atravesaba el desierto de Ica junto a un científico extranjero. De pronto vio una formación rocosa y le dijo al conductor que se dirigiera hacia allí. Este le respondió que no se desviaría de la ruta y entonces se inició una agria discusión entre los dos. Mario quería bajarse y el chofer no quería ni parar, así que él se salió por la ventana. Luego caminó hacia el lugar que buscaba recorrer y después de unos minutos vio una especie de piedra de un tono rosaceo que emergía de la pared vertical de un promontorio. “Es un fosil”, se dijo. Se veía solo una parte, pero su experiencia le dijo que se trataba de un hueso enorme. El animal al que pertenecía debía ser un gigante.

Durante los siguientes cuatro años que trabajó en excavar el fosil de la pared de roca en la que estaba incrustada. En un principio los colegas a los que les habló de su descubrimiento dudaron porque no había antecedentes de animales tan grandes en el Eoceno medio, la época en que estratigráficamente estaba ubicado. “Para que te des una idea: tu puedes cargar una vértebra de un basilosaurio que vivió en la misma época y pesa siete, ocho kilos; pero se necesitan seis personas para levantar una vértebra de este animal a diez centímetros del suelo”, explica Urbina. Un geólogo, César Chacaltana, fue quien le aseguró que lo hallado no era una roca. Con el tiempo logró extraer la vértebra completa y entonces no hubo dudas de que era parte de un esqueleto mayor.

Así cuenta Mario Urbina Schmitt, paleontólogo del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), su primer encuentro con la criatura que descubrió y que ha sido bautizada como Perucetus Colossus, por haber sido hallada aquí, por ser una ballena prehistórica y por su enorme tamaño. En efecto, se trata de una ballena arcaica que vivió hace 39 millones de años, medía por lo menos 20 metros y pesaba alrededor de 200 toneladas. Es, con mucha diferencia, el animal más pesado que haya habitado la tierra. Por ejemplo, la ballena azul, la especie que con sus 25 metros es la más más grande que ha existido nunca, llega a pesar unas 150 toneladas.

Mario Urbina con las vértebras del Perucetus colossus, el cetáceo de Ica. Foto: Félix Contreras

Nuestro Perucetus Colossus fue encontrado en el desierto de Ocucaje, Ica, cerca de un lugar conocido como Samaca. La clave que explica su enorme peso es que los huesos hallados son extremadamente compactos y han crecido de manera inusual para la época. Usualmente, en cualquier animal, los huesos son compactos por fuera pero esponjosos por dentro. Esta ballena en cambio tenía huesos grandes, macizos y pesados. Se han encontrado 13 vértebras, 4 costillas y un hueso de la pelvis. De la reconstrucción que se ha hecho de cómo habría sido se concluye que solo su esqueleto podía pesar entre 4 y 7 toneladas. De esta proyección también sale el peso total que pudo haber tenido.

Hace 39 millones de años, nuestras zonas costeras estaban sumergidas bajo el mar. En el Eoceno medio, la época de esta criatura, los mares tenían una temperatura diez grados más alta que ahora. “Eran mares tropicales, con pocos recursos pero mucha diversidad. Ahora nos preguntamos si esto era realmente así. Parece que los recursos se concentraban en el fondo marino y este animal evolucionó para alimentarse de lo que había cerca del fondo”, explica Rodolfo Salas, responsable del Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de Historia Natural, UNMSM. Cuando se levantaron los Andes, el fondo marino emergió y se convirtió en desierto. Por eso Ocucaje y otras zonas de la costa de Arequipa son cementerios de fósiles marinos.

En la excavación participaron paleontólogos de varios países. Foto: archivo LR

Trabajo de equipo

Después del hallazgo de la primera vértebra, que Mario Urbina prácticamente sacó a pulso junto a un pequeño equipo de trabajadores armados con cínceles y martillos, el resto de huesos fueron extraídos en los últimos seis años y llevados al laboratorio del Museo Nacional de Historia de la UNMSM para su limpieza y estudio. Fueron el fruto de varias expediciones al desierto en las que participaron paleontólogos de varios países y donde extraían una o dos vértebras cada vez. El miércoles 2 de agosto, el día que los restos fueron mostrados al mundo en una conferencia de prensa en Lima y un artículo del hallazgo apareció en la prestigiosa revista Nature, Urbina no se olvidó de agradecer al pequeño equipo que lo ha acompañado en la esforzada parte de extracción de los fósiles.

“Mi equipo es único, sui generis. Hace más de veinte años trabajo con un señor que ahora tiene ochenta años, Eusebio Díaz, el más entusiasta para ir a trabajar. Pica la roca y mientas más duro, más disfruta. Es el alma del grupo y una persona muy jocosa. También trabaja con nosotros su sobrino, que es muy bueno para esta labor de extraer los huesos pero a la hora del almuerzo se olvida de todo. Otro es el chofer que nos lleva y trae del desierto y transporta los fósiles; en él gasto una fortuna, pero vale cada sol que cobra. Y también nos acompaña hace tres años un documentalista que graba todo desde el amanecer hasta la noche. Solo le falta hacer el documental”, dice Mario, bromeando. La conservación de los huesos ha estado a cargo de Walter Aguirre, del museo sanmarquino.

También cuenta que las condiciones en el lugar no siempre son las mejores. En una zona tan alejada del desierto puede hacer calor o frío, pero lo que siempre hay es un viento tan fuerte que puede levantar olas de arena. “Cuando hay viento no se puede trabajar, no se puede comer, no se puede ni abrir los ojos. Te ciega”, cuenta el paleontólogo. Hay videos que lo prueban. Usualmente empieza a trabajar a las 4 de la mañana y avanza hasta donde las condiciones o la luz lo permitan. En cada expedición va con su equipo de trabajadores y también con paleontólogos de distintos países que vienen a participar de las excavaciones y cuentan con fondos para impulsar las investigaciones.

Se necesitó ayuda mecánica para mover las vértebras del Perucetus. Foto: archivo LR

Mario Urbina es un tipo carismático que se ha pasado los últimos 40 años recorriendo el desierto de Ica, y lo conoce como nadie. En el 2001 fue responsable del hallazgo de los restos fósiles de un caballo sudamericano de 300 .000 años, algo que cambió la idea de que los caballos habían llegado aquí con los conquistadores españoles; también encontró el 2018 la llamada ‘ballena de cuatro patas’ de 42 millones de años, la primera hallada aquí y una prueba más de que las ballenas evolucionaron de terrestres a acuáticas; y el 2022 presentó al mundo el cráneo completo de un basilosaurio que media 12 metros y vivió hace 36 millones de años, es decir fue contemporáneo del Perucetus colossus.

Esta vez, su último hallazgo ha sorprendido al mundo y, sobre todo, a la comunidad científica. La razón es que esta criatura desafía todo lo que se sabía respecto a la evolución de las especies en el mioceno. “Para muchos colegas animales tan grandes no existían en el mioceno. No debería existir. Por eso es que dudaban cuando mostré los primeros fósiles”, cuenta Urbina. Respecto al tamaño y peso que se le atribuyen, él discrepa en parte. “Por los huesos supongo que es el animal más pesado que ha existido, pero creo que podría ser más grande de lo que se cree”. Prefiere no hablar de tamaño hasta que encuentre todo el esqueleto.

El perucetus encontrado por el paleontólogo sanmarquino esta enterrado en una formación rocosa cuya excavación ha ido avanzando hacia abajo. “Eso quiere decir que si queremos encontrar la cabeza debemos ir muy, muy abajo”, dice. “Hemos hecho un hueco tan grande que se puede ver desde Google Earth”, agrega.

Hasta el momento, la falta del cráneo de esta ballena arcaica hace que no haya consenso sobre cómo se alimentaba, qué comía, cuáles eran las presas del gigante. Encontrar esa pieza faltante y clave para conocer un poco más de esa época podría tomar algunos años más. Mario Urbina dice, entre serio y sonriente, que incluso ha pensado en avanzar la excavación apelando a explosiones controladas.

Su hallazgo tiene el consenso de toda la comunidad científica. “Tal vez es el fosil más increíble de todos los fósiles que han sido descubiertos en el Perú”, dice Rodolfo Salas, responsable del Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de Historia Natural.

“Para los biólogos y paleontólogos la existencia de esta especie era biológicamente imposible. Es un animal demasiado grande y pesado, que se salta muchas reglas de la biología”, sostiene Aldo Benitez, uno de los tres peruanos que -junto a Salas y Urbina- figuran en el paper de Nature al lado de científicos de Italia, Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica y Suiza. “Es el hallazgo del año o quizá de la década en el área de la paleontología”, dice Iván Meza, el descubridor del plesiosaurio de Chorrillos.

“Lo sorprendente del Perucetus es que demostró (tener) tanta masa hace unos 30 millones de años, y pensábamos que el gigantismo en las ballenas ocurrió hace apenas 4,5 millones de años”, ha recordado Richard Sabin, curador de mamíferos marinos del Museo de Historia Natural de Londres. Como él, científicos de todo el mundo se han mostrado encantados y sorprendidos con el Perucetus Colossus. Habría que agregar que el Museo de Historia Natural de la UNMSM hoy tiene una de las colecciones paleontológicas más importantes del mundo. Y todo eso trabajando con pocos recursos.

Mario Urbina dice que no volverá al desierto por lo menos hasta el próximo año, pero sí tiene en mente trabajar hasta dar con la cabeza del monstruo que descubrió hace ya diez años. Prefiere la tranquilidad del desierto a la vorágine de la ciudad. Hace un año acudimos a la presentación del basilosaurio de Ocucaje y cuando lo entrevistamos esa vez nos reveló que ya estaba estudiando a “un gigante” que resultó ser este Perucetus colossus. Ahora otra vez explica que ha encontrado restos de un animal que superaría en tamaño al que acaba de presentar. “Es del mioceno temprano, más cercano a nosotros. He encontrado una vértebra caudal. Usualmente es de las más pequeñas de las vértebras. Sin embargo, esta es enorme”, dice convencido.