Domingo

Nicolás Yerovi: “Sin ironía, la vida en el Perú sería una telenovela turca”

El periodista, director de Monos y Monadas, le toma el pulso a nuestra cardíaca política nacional. Su máxima para sobrellevar tal desfile de gobernantes incapaces es no perder el sentido del humor, aunque la realidad nos dé una patada en el hígado.

El escritor y periodista rodeado de retratos familiares en su estudio en Barranco. Fotografía: Marco Cotrina - La República
El escritor y periodista rodeado de retratos familiares en su estudio en Barranco. Fotografía: Marco Cotrina - La República

Nicolás Yerovi (Lima, 1951) viene de otro tiempo para decirnos que nada ha cambiado. El mordaz periodista, que dirigió Monos y Monadas -aquella revista de humor político que pisaba callos a los políticos- viene de la época de la máquina de escribir, y frente a su achinada y socarrona mirada han desfilado todo tipo de presidentes, congresistas, dictadorzuelos y especímenes varios a los que ha destripado con el humor más negro y fino. Dada su experiencia en la cosa pública -fue director de dicha publicación desde 1975-, puede decirse que lo ha visto casi todo, y concluye que casi nada ha cambiado en las lides de nuestra política, salvo el elenco de cada gobierno, que tendrá diferentes nombres, vendrá de diferentes partidos políticos, pero repiten perniciosamente las viejas mañas.

Aunque dice que los políticos de antes de los ochentas al menos tenían la delicadeza de fingir: “El que no era íntegro u honesto, actuaba”, dice y suelta esa risa nasal a medio camino del ahogo asmático e, inmediatamente, grave, reflexiona: “Ahora nos hemos encontrado con nuevas generaciones de personajes públicos que son incapaces de construir una oración gramatical con sujeto, verbo y predicado, y sin embargo se jactan de sus propios delitos, para ellos “los puentes no caen, se desploman” o “las tesis o libros no se plagian, se copian. Alardean de su incorrección y su negación de la realidad”.

Visitamos a este legendario periodista -además, dramaturgo, humorista gráfico y autor de El hombre engaña, su más reciente novela para tomarle el pulso a nuestra política actual, esa que con cada noticia nos da una patada en el hígado o, viendo el lado más amable, nunca nos dejará aburrirnos. “Al Perú vienen antropólogos del extranjero y nos pellizcan para saber si somos de verdad… Los peruanos no tenemos días calendarios, tenemos enigmas”, dice vistiendo elegante traje beige y corbata a juego.

Considera que el reciente hecho enigmático ha sido la elección del presidente del Congreso, el cusqueño Alejandro Soto, el que se entrevistó a sí mismo cuando candidateaba y tiene múltiples procesos de investigación abiertos en la Fiscalía: “Le ganó por goleada al otro [Luis Aragón] que tenía menos investigaciones abiertas […] Increíble, somos una maravilla, no creo que exista otro país del planeta, ni siquiera Madagascar, donde el presidente del Congreso tenga tantos procesos fiscales en curso. Vivimos en una caquistocracia, nos gobiernan los peores y los menos capaces. Y es que tenemos una ley electoral que permite que entren en contienda personajillos que acaban de salir de Piedras Gordas [...] Definitivamente, en las antípodas de la lógica está el Perú”.

 Reciente publicación del legendario periodista. Foto: Marco Cotrina - La República

Reciente publicación del legendario periodista. Foto: Marco Cotrina - La República

¿Por qué elegimos a los peores, por masoquistas o por tontos?

Digámoslo con claridad, para ser autoridad en el Perú no debería ser suficiente tener 25 años. Es una insensatez que ese sea el único requisito para gobernar a 35 millones de personas. Además, ya no tenemos partidos políticos ni líderes, todos están chamuscados, y los pocos regímenes decorosos que hemos tenido, han sido los que no hemos elegidos.

Lo dices por Valentín Paniagua y Francisco Sagasti…

Así es… y resulta tan hilarante, en vez de haber veintitantas bancadas en el Congreso debería haber solo dos, como los yanquis, que tienen a los demócratas y republicanos.

¿Y cuáles serían aquí?

Serían Ladrón Perú y Ratero Perú. Esas gazmoñerías académicas, que plantean que hay partidos de izquierda o de derecha aquí no existen, son candideces propias de gente desorientada, los votantes no lo toman en cuenta, solo se pregunta quién robará menos.

 Nicolás Yerovi relanzó Monos y Monadas -fundada por su abuelo en 1905- a los 23 años. Foto: archivo LR

Nicolás Yerovi relanzó Monos y Monadas -fundada por su abuelo en 1905- a los 23 años. Foto: archivo LR

Laboratorio Perú

Yerovi sostiene que nuestro historial político podría llevarnos a romper todas las marcas: “Siete presidentes juramentados en seis años. Sí, siete, no ninguneen a Mechita que no llegó a entrar a Palacio, pero juró. Entonces, tenemos a Kuczynski, Vizcarra, Aráoz, Merino, Sagasti, Castillo y Boluarte. Y Merino duró solo cinco días. Y no olvidemos que el “sombrerito” dio su golpe de Estado sin consultar a los que tenían las armas. ¡Ya pues! No sé si llamarlo debilidad mental, delirio o demencia senil anticipada”.

Frente a tal degradación cívica o tragicomedia nacional a los peruanos no nos queda otra cosa, dice el periodista, que reír para no llorar: “Sin ironía, sin gracia, sin ingenio, la vida sería una telenovela turca. Sería infernal sobrevivir al Perú sin al menos un poco de humor. Vivimos de una manera aceleradamente estrambótica, llevamos 202 años aspirando a ser una democracia civilizada y no lo hemos logrado. Somos un caos perfectamente organizado, aquí pones el pie en la calle y te roban el zapato, y probablemente sea un congresista el autor del latrocinio que pasaba por ahí y no pudo con el tic”.

La otra receta infalible para hacerle frente a las injusticias y traiciones de los poderosos es joder para seguir existiendo: “Una manera de reafirmarse como ser vivo en el Perú es joder la paciencia [de los políticos]”, añade Nicolás.

Así lo hizo su abuelo, el también periodista y escritor Leónidas Yerovi cuando fundó Monos y Monadas en 1905. Continuó la tradición familiar, su padre (también llamado Leónidas), que llevó la sátira política a la radio y le costó amenazas. “Murió a los 59 años y llevaba treinta riéndose de los que nos pasaba”, dice Nicolás, que relanzó la revista familiar en plena dictadura de Francisco Morales Bermúdez, acompañado de los más afilados caricaturistas políticos del país. La revista ya no se publica en papel, pero Yerovi la mantiene viva a través de las redes sociales.

¿Qué piensas de la presidenta Dina Boluarte?

Me inspira pasión de amor…

¿Por qué?

Eso mismo me pregunto yo (estalla en carcajadas).

Hablemos de La descarada, la escultura de rechazo a su gobierno, que fue destruida en el Cusco. Esta censura pareció propia de una dictadura.

Las dictaduras juegan con la solemnidad, con el boato, con el protocolo. De pronto, cualquier alteración insubordinada, aunque esté cargada de talento e ingenio, le parece inadmisible y provoca las reacciones más primitivas y elementales.

¿Crees que estamos viviendo una dictadura?

En el Perú, quien llega a ejercer una alta magistratura y no tiene muy acentuadas las normas de vida cívica, como el respeto a los demás y la opinión ajena, se verá tentado a conservar perpetuamente el poder. Y esto se da en un lapso muy breve, Boluarte ofreció el adelanto de elecciones y al cuarto día cambió de opinión porque sintió la sensualidad del poder.

Finalmente, Yerovi reflexiona que no todo es culpa de los políticos. Si seguimos con el voto cachaciento y no informado, no nos sorprendamos que en un futuro estrambótico (pero posible) tengamos una segunda vuelta entre Keiko Fujimori y Melcochita: “Y ya sabemos quién va a ganar”, se dobla de risa Nicolás.

Y es que, si nos ponemos serios, podemos concluir que los ciudadanos también tenemos una cuota de responsabilidad en esta tragicomedia que se llama Perú.