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Domingo

Julio César Uribe: "Debemos tener la convicción de que la selección va a llegar"

"¿Por qué ser pesimistas? Tenemos iguales posibilidades que todos los que quieren estar en el Mundial México/Estados Unidos/Canadá 2026”, dijo el exfutbolista.

larepublica.pe
"Repasando la película de mi vida creo que superé mis sueños. Cuando era joven quería bienestar material para mi madre, mi familia”.

En el club que fundó le pule las virtudes a su pequeño nieto Emilio —zurdo total—, al que ya le enseñó a usar la pierna derecha. Julio César Uribe, el hombre que puso en aprietos las cinturas de los mejores defensas de América, ve en el niño una pasión por el fútbol que le recuerda sus años de chiquillo soñador, habilidoso, pelotero, en los Barrios Altos. “Él va a ser, pues”, dice vaticinándole un gran futuro. En mayo cumplirá 66 años, pero antes, El Diamante accede al diálogo sobre el inicio de la ilusión mundialista de Perú y sobre su biografía. Mientras lo hace, la gente lo interrumpe, lo saluda, busca la foto, el abrazo.

Revisando fotos tuyas, entre las primeras hay una de muy chiquillo, con el Tío Johnny.

Lo recuerdo. Fue una de las etapas más lindas de mi vida, esa búsqueda de darle bienestar a mi familia, a mi adorada madre, que en paz descanse, y las cosas se fueron cumpliendo…

Era la época en que escuchabas mucho una frase: “Ese zambito es muy habilidoso, que venga a mi equipo”.

(Ríe) Cierto, era el desequilibrante. Desde chico me gustó driblear… y eso con el tiempo me permitió alcanzar mis sueños.

Y ahora, cerca a los 66 años, ¿cómo evalúas tu historia? ¿Cumpliste esos sueños cuando parabas en Cinco Esquinas, cuando ibas a jugar al Sporting Cristal de Barbones?

Sí, sí… repasando la película de mi vida creo que no solo cumplí mis sueños, los superé. Cuando era joven quería bienestar material para darle un mejor vivir a mi madre, ayudar a mis hermanos, conformar mi familia, tener hijos, nietos, todos con valores. Quería tener una buena casa y tener lo que gracias a Dios tengo. Y no separé nunca lo material de lo espiritual. Me hice fuerte espiritualmente pudiendo haber sido lo contrario.

El fútbol te permitió salir de la pobreza.

Me dio absolutamente todo.

Al llegar al Cristal, ¿qué te gustó del club?

Siempre ha valorado mucho al jugador. Colaboraba con los útiles de primaria, de secundaria. Siempre estuvo ahí cerca don Ricardo (Bentín) y doña Esther (Grande). Antes de un partido llegaban a darle un abrazo a los jugadores y darle un premio, por el partido que íbamos a hacer o por el que hicimos antes. Los sentíamos muy cerca, con mucho cariño. Fue muy importante para nosotros, que éramos niños.

¿Hay dirigentes como ellos hoy?

Buscaremos y los seguiremos buscando (ríe) y no hay. Había una valoración diferente al lado humano. Se ha perdido. Y debe ser una prioridad.

¿Quién te impresionó de muchacho?

Por esa época, 68, 69, habré visto la vida del rey Pelé tres veces en el cine. Y tres veces la soñaba. Esa disciplina, ese esfuerzo, es lo que la película te mostraba. Yo pienso: para hacer, hay que ser.

Ya pensabas que el fútbol era tu vida.

Desde los 9 años he jugado en la cancha de los Barbones, en la Línea, Cinco Esquinas, Huari, Conde Lemos, Alto de la Alianza, Tacora, ¿Dónde no he estado? Siempre contra mayores. Una vez, en la cancha de Barbones, uno de esos domingos que desaparecía de mi casa para jugar, faltaba un jugador a los grandes y yo, con 11 o 12 años, me preguntaron: “¿Oe, zambito, quieres jugar?”. Respondí: “Ya pe, tío”. Y el zambito jugó con los mayores… Al siguiente domingo ya no dijeron: “¿Zambito, quieres jugar?”. Esperaban al zambito para que juegue.

Has tenido partidos memorables en el fútbol. Contra Uruguay en el Centenario, contra Argentina en el Monumental, contra la Francia de Platini, los cuatro títulos de Cristal, en la Libertadores también, ¿cuál de todos esos momentos eliges como el favorito?

Ufff, no sé, creo que he tenido una buena carrera, 18 años de productividad regular. A mí me ha ido bien en Italia, México, Colombia. Lo mío ha sido gol, pase gol, desequilibrar. Creo que destaqué por mi juego y porque nunca me sentí menos que nadie. Cuando me distinguieron tampoco me sentí más que nadie. Era mi espíritu competitivo.

Y uno de tus peores momentos en el fútbol, ¿quizás fue la eliminación de 1982?

No. Mi peor momento es cuando renuncié al América de México. Fue por un tema de justicia con mis compañeros, una repartición de premios. Defendí que para todos tenía que ser igual, hubo diferencias y preferí renunciar. Fue difícil, me quedé seis meses sin jugar.

Te mencionaba el Mundial de 1982 porque creo que muchos hasta ahora nos preguntamos por qué Uribe no deslumbró esa vez.

No hay mucho que hurgar del porqué. Cuando un equipo está unido va más cerca del éxito y cuando está desunido, más cerca del fracaso. Así de simple. Unidos en las eliminatorias y desunidos en el mundial. Nos perjudicamos todos, por ego, ausencia de liderazgo, intereses mal manejados… Esa historia no se debe volver a repetir.

Siempre se te compara con Cubillas. Los hinchas de Alianza dicen que el Nene es el mejor, los de Cristal dicen que es El Diamante. ¿Te molesta esa comparación?

No, no, es normal en los hinchas. Mi misión nunca ha sido compararme ni con Teófilo ni nadie. Mi misión ha sido cumplir mis sueños y con el objetivo irrenunciable del bienestar de mi familia. Esa es la lucha del deportista que viene de estrato humilde… Teófilo ha sido un grande de nuestra historia y hay que respetarlo, subrayarlo, abrazarlo. He hecho mi parte en la historia también. Teófilo, Uribe, Oblitas, Barbadillo, Cueto, todos somos parte de la historia. La historia es para compartirla, no para confrontarla.

Lo cierto es que debes ser el único peruano que podía llevar y traer a defensas uruguayos, argentinos, franceses, colombianos.

(Sonríe) Siempre digo: “Hice lo que quise en la cancha”. Ni las patadas me frenaron, ni me asustaron, ni nada… Y cuando veo los videos hasta me emociono porque, a manera de broma, digo: “Qué bien jugaba ese zambito, ¿no?”… Y cuando hablo con amigos argentinos de la época, como Ruggieri, me dicen: “Che Uribe, qué hijo de puta, a este no lo paraban ni a patadas, no había como agarrarlo”… era desequilibrante y macho. Bueno, estar en el sentimiento de la gente es ser afortunado.

Pero sí te hubiera gustado decir: “Hice un gran mundial con la selección, hice una gran Copa Libertadores con Cristal”.

Me hubiera gustado decir hicimos. Porque fui parte de un todo. Éramos un equipo, una selección. Uno como técnico lo transmite así y cuando jugaba no lo interpretaba así porque tampoco me lo transmitían de esa forma. Los egos desbordaban el trabajo colectivo. Ahora no es así.

Jugaste en Europa, Sudamérica, México, ¿en dónde te sentiste más feliz?

El 81 lo recuerdo. Premiaron a los tres mejores jugadores de Sudamérica, Maradona, Zico y este servidor, en Argentina… Y fue el año del partidazo al River con Cristal en la Libertadores, ufff, todo un baile, Pasarella, Gallegos… no se olvidaron nunca de nosotros… Bueno, ese año me hice un compromiso: “Hoy me tocó ser tercero, trataré de ser el primero”, y lo fui en Cagliari, Italia, me premiaron tras 15 partidos como el mejor extranjero.

Se dice que tenías un carácter muy difícil.

Ni difícil ni indisciplinado. He sido confrontacional, que es diferente. Porque el respeto es un valor que no se negocia. Y los técnicos, en su formación de esos tiempos, han irrespetado mucho al jugador. No le agaché la cabeza a nadie.

Esta semana se inicia un nuevo camino mundialista para el Perú, ¿tenemos opciones?

Lo que debe aprender el peruano es que siempre debe creer. ¿Por qué ser pesimistas? Tenemos igual posibilidades que los que quieren estar en el mundial. Empezamos de cero. Que cada quien construya su camino con el apoyo de su hinchada, pero, carajo, debemos tener la convicción de que vamos a llegar. El equipo básicamente es el mismo. Juan está tratando de descubrir otras op-
ciones en esa intención ofensiva —percibo— de repente no defender primero, sino a partir del atacar primero recomponer, recuperar la pelota.

Se repiten varios nombres de la era Gareca cuando ya han aparecido jóvenes.

Los jóvenes se ganan la convocatoria con su productividad… Porque un jugador juega bien, ¿ya tiene que estar en la selección? No es así. Se debe esperar que se consolide, se debe esperar que sostenga el rendimiento. Todo tiene su tiempo, hay que seguir un proceso. Aunque aquí los procesos no se respetan, sino para los de afuera. Al peruano le rompen las pelotas, le objetan todo. Ojo, contra los de afuera no tengo nada, hay que darles la bienvenida como tiene que ser, pero al peruano también. No somos menos que nadie.

Hay jóvenes de muy buenas cualidades.

Hay que darles el tiempo a que se consoliden. Jugadores encaradores, Bryan Reyna, Quispe, Grimaldo, me gustan. No ven como primera opción el costado o hacia atrás, ellos agarran la pelota y van para adelante, son los jugadores con lo que me identifico… Mira a Grimaldo, Cristal deja buenas sensaciones, y me encantó el triunfo ante Huracán porque SC representa el Perú y le ganó al de Argentina. Me encanta eso. Hay que cambiar la historia con resultados, no con intenciones.

A propósito, al DT de Cristal, Thiago Nunes, ya lo piden a la selección.

Y se han jugado apenas cuatro o cinco partidos… Así somos nosotros. Si menospreciamos al producto nacional, es muy fácil para los de afuera pues. Aquí somos profesionales del fútbol y todos deben hacer bien su trabajo, con humildad, eso hay que subrayarlo, aunque no parezca de mi parte, por mi personalidad.