Relatos de pasión y soledad

Alos doce años le regalaron a David Roca una máquina de escribir y desde entonces ha escrito siempre. Ahora, a los 72 años, publica su primer libro de relatos de ficción. Es, según sus propias palabras, un libro en el que hay mucho de sí y no tiene claro si eso puede ser un defecto o una cuali- dad. Lo cierto es que con Ardientes Anhelos, historias al margen, se revela como un narrador de atmósferas envolventes y frases luminosas.

"Porque sólo vivíamos un aquí, un ahora fortuito, una sola noche que al llegar la mañana perecería en una esquina de la memoria. y me es imposible, por ejemplo, recordar tu rostro, salvo la fugaz imagen de tus ojos negros, que a lo mejor son en realidad los ojos de otro día, o de otra noche, o de otro tiempo…”, dice sobre una aventura nocturna en París, en “Recuerdo”.

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El autor, que vivió en Francia durante varios años, rememora que ese cuento lo terminó en una oficina del colegio Los Reyes Rojos. El director Constantino Carvallo lo encontró escribiendo y le preguntó que hacía. Y él explicó que estaba escribiendo una historia pero que la dejaría. Y Carvallo, salió, cerró la puerta y le dijo “no salgas hasta que la termines”.

Educador, periodista, activista ecologista y escritor, Roca publica narrativa por primera vez, con la solvencia y el oficio de toda una vida escribiendo. Son relatos escritos desde fines de los 70 hasta años más recientes. Aquí hay historias que hablan de amores adolescentes, traiciones de pareja, muertes marginales, deseos homoeróticos, aventuras de la senectud.

“El racimo de historias, en su diversidad de colores condensa en su mayoría, sin agotarla, una parte importante de la vida cotidiana de
Lima, tan contrapuesta en un lado y otro”, dice la contratapa del libro, que es al mismo tiempo un texto de presentación.

Como educador, el autor ha trabajado en barrios pobres de Chorrillos -donde también vive- y en zonas de La Victoria, como el cerro El Pino. De esas experiencias han nacido relatos que se mueven en el dolor, la violencia, la tristeza. En “Amores de Arena” habla de la traición entre jóvenes amantes, en “Corazones”, un chico asiste a la muerte de su hermano en un asalto, en “Venganza”, la historia alude al título. Son textos al margen.

“Mi experiencia de diez años como educador de la calle me permitió una relación cercana con familias de esos barrios, amistades que aun conservo. Esa experiencia se plasmó en varias historias. Son ficción, pero las situaciones son reales y son posibles, son cosas que pasan en estos barrios. Otra experiencia tiene que ver con los años que trabajé en la Municipalidad de La Victoria, en el cerro El Pino”, cuenta David.

“Esperaré a qué voltees porque quiero ver tu rostro antes de que mueras y soñar contigo antes de que te vayas al olvido. Y voy a disparar, no lo dudes Richard Carmín, dispararé a tu corazón para que estalle, para que deje de latir de odio porque no soporto tu odio y no soporto tu deseo y no soporto tu recuerdo”, narra en el relato “Duelo al sol”.

Sus referentes literarios son diversos: José María Arguedas, Abraham Valdelomar, Marguerite Yourcenar, Truman Capote. Señala que, tras una relectura, ha descubierto que aquellos personajes que transcurren en pueblos jóvenes y son adolescentes, se parecen a las personajes de Pier Paolo Pasolini en la novela “Chicos de la vida” (“Ragazzi di Vita”).

Con Ardientes Anhelos, en el que muchos relatos son también autobiográficos, Roca se revela como un narrador que sabe contar historias sin temor. En ellos flota un sentimiento que puede ser el desamor, la soledad, la nostalgia. La prosa se vuelve poética por momentos y tiene finales que quizá no son felices pero tienen la belleza de la buena literatura.