En la obra teatral La Mancha, un grupo de amigos se reencuentra luego de 14 años sin verse. Talía, que era parte de ellos, se separó
del grupo hace mucho tiempo y ahora ha regresado. La trama gira justamente acerca de por qué se fue, o por qué ha vuelto. En esa reunión, que puede ser amistosa o difícil para todos, saldrán a relucir hechos del pasado, recuerdos, cosas que pasaron entre
esas personas, que pueden ser inolvidables o insoportables.
La historia toca un tema delicado y le plantea al espectador “que juegue con las piezas de esta historia, desechando entre lo falso y
posible, para confrontarse con lo verdadero y único”. A lo largo de 80 minutos irán sucediéndose situaciones que giran en torno a la amistad y que finalmente darán pie a una revelación contundente, como en una novela negra.
Cindy Díaz es Talía, la protagonista, y señala que los espectadores se irán de la sala reflexionando y con muchas ganas de hablar del tema.
-Porque a diferencia de otro tipo de obra, donde se puede hablar de una guerra o sobre una época específica, en esta obra reflexionamos sobre cómo las mujeres estamos abriendo caminos de diálogo y de poner en la mesa temas que antes no se tocaban, porque mientras más se hable de ciertos temas, más vamos a mejorar como sociedad.
-El teatro presencial, después de tanto Tiempo de pandemia, tiene otro feeling…
-El teatro le permite al actor cuestionar, crear, cuestionarse, prepararte para tu personaje durante dos, tres meses, descubrir cosas nuevas en el ensayo. Y como actor te enriquece muchísimo. Porque son dos etapas: la de la creación y luego ya la puesta en escena, que empieza a tener vida en cada función y cada función es distinta porque también es distinto el público. Es una experiencia viva, que está pasando en ese momento, no está filmada.
Escena de La Mancha, un encuentro de amigos que guardan un tremendo secreto. Foto: La República
Durante la pandemia del Covid-19, Cindy no se detuvo. Hizo varias obras virtuales frente a una cámara, y produjo otras más. No se cuestionó la plataforma en que haría teatro, sino que se dijo que había que seguir avanzando con las herramientas a la mano. Incluso ganó un premio del Ministerio de Cultura para hacer una obra que se llamó Parásitos y que se estrenó el 2022. Ahora, a la distancia, siente que la pandemia sacó lo mejor de ella: se demostró a sí misma que en los momentos difíciles no se detiene.
El año pasado Cindy filmó cuatro películas: El incidente de Lidia, de Rosario García Montero, Mira arriba, del director Monty Fischer, Análogos, del chileno Jorge Olguín y La niña del azúcar, de Javier Velásquez.
-¿Qué tal la experiencia en Chile?
-Fue hermosa. Tuve la oportunidad de tra bajar con dos grandes actores, Mónica Carrasco y Jorge Gajardo, muy famosos allá, y la gente los quiere muchísimo. Poder actuar al lado de ellos fue muy enriquecedor. Tengo la suerte de que las veces que he trabajado de manera internacional han sido experiencias llenas de amor, cariño, respeto y profesionalismo.
En Análogos su personaje se llama Cindy, como ella. Es una inmigrante peruana en Chile, que es acogida por dos adultos mayores. La trama habla de la llegada de un cometa y las circunstancias en que ella debe dejarlos para volver a nuestro país.
Tras su retorno al Perú, Cindy también filmó en la ciudad de Iquitos la película La niña del azúcar, una producción del peruano Dorian Fernández, en coproducción con España y Argentina, y con actores de esos países. En esta oportunidad, Cindy es la protagonista e interpreta a una policía que llega desde Arequipa a esa calurosa ciudad para investigar un misterioso caso que ha sido bautizado como el de “la niña del azúcar”.
Para ella fue un reto filmar en una ciudad con tanto calor, pero afirma que es importante seguir haciendo cine fuera de Lima y descentralizar las producciones.
Cindy en la cinta chilena Análogos, como una inmigrante peruana. Foto: La República
-Parece que las cosas en el cine, el teatro, la televisión están volviendo a ritmos prepandemia.
Totalmente. Se esta haciendo mucho cine, muchas producciones de televisión, muchos estrenos de teatro. Creo que es producto de que el arte, aunque en un principio se vio afectado, finalmente no se detuvo y seguimos.
Con la obra La Mancha -que se presenta de jueves a sábado a las 8 p.m. y domingos 7 p.m. en el Teatro de Lucía (calle Bellavista 512, Miraflores) Cindy se ha reencontrado otra vez con el teatro y está feliz. La temporada va hasta el 10 de abril.
A sus 32 años, Cindy Díaz ha labrado una destacada carrera en el teatro, la televisión y sobre todo en el cine. Debutó en la pantalla grande con la gran película peruana Contracorriente; protagonizó la cinta española Evelyn, nominada a los premios Goya en 2012; fue premiada como mejor actriz de reparto con la múltiple galardonada Rosa Chumbe; y se lució con un personaje que hizo brillar en El evangelio de la carne. En la televisión y el teatro se convirtió en el rostro de un personaje clave en nuestra independencia: fue Manuelita Saenz en la serie de TV El último bastión y en la obra Guayaquil.
Su trabajo actoral también le ha valido convertirse en embajadora de Plan Perú, una ONG que trabaja para empoderar a niñas líderes, y hace poco entró a la Cuadrilla Itinerante Audiovisual, un grupo que ganó estimulos del Ministerio de Cultura para enseñarles a chicos de regiones, o de zonas como Ventanilla, cursos vinculados a lo audiovisual, la convocaron para dictar una charla sobre actuación para cine.
“Me encanta compartir lo que más amo hacer, y desde el lado profesional si puedo enseñar a chicos que quieren aprender y a veces no tienen esa posibilidad, yo estoy feliz de hacerlo”, dice. Para este 2023 espera los estrenos de Análogos y de La niña del azúcar y seguir trabajando, creciendo internacionalmente.